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Por ANTONIO GARRIDO / De aquellos polvos, estos lodos. Era marzo de 2022 cuando en rueda de prensa, el entonces rector de la Universidad de Jaén (UJA), Juan Gómez Ortega, aseguró que el borrador del modelo de financiación de universidades que proponía la Junta de Andalucía iba a producir “enormes desequilibrios”, que abocaría a la institución jienense a “dificultades estructurales’, que redundaría, también, en el “desarrollo de esta provincia”. Tras esas manifestaciones y la dimisión como presidente de la conferencia de rectores de las universidades andaluzas de Juan Gómez, se registraba una auténtica avalancha de apoyos al rector desde instituciones, colectivos y formaciones políticas. Aquel episodio motivó el nacimiento de la Plataforma Ciudadana en Defensa de la UJA y mediante todas las acciones de protesta se lograron compromisos políticos, desapareció de la escena el consejero que condenaba a algunas universidades andaluzas, pero especialmente a la nuestra, a la irrelevancia, llegó a la nuestra un rector más combativo, Nicolás Ruiz, con una hoja de ruta de no transigir ante nada ni nadie, y tras bastante tiempo de incertidumbre pero gracias también a la unidad de acción de la totalidad de rectores se consiguió consensuar un Modelo de Financiación que no iba a ser la panacea, pero contenía una respuesta que todos aceptaron para iniciar un recorrido con mejores expectativas.

Con la firma de aquel acuerdo, hacia mediados de este año que acaba, se logró una cierta paz social en las instituciones académicas, a la espera del cumplimiento de la palabra dada y de los papeles firmados. Pero ahora resulta que toda aquella parafernalia era pura galería para ganar tiempo y evitar tensiones en el ámbito universitario, tanto es así que en este momento se vuelve a la posición inicial de marzo de 2022, lo mismo que cuando operaba el dichoso “Modelo Velasco”, y, claro, con todos los rectores molestos con el consejero y con la Junta, con unos presupuestos que no recogen los compromisos adquiridos y lo mismo hay que decir de las cuentas de 2024. El gobierno andaluz practica una autoprotección que no se sostiene, amplificada por la cohorte de aduladores, incluidos los del propio territorio provincial de Jaén, al servicio de la política partidista en lugar de servir a los legítimos intereses de nuestra geografía, y la Universidad no es una cuestión menor, por el contrario causar un perjuicio a la UJA, como es evidente, es hacerlo al corazón mismo de la ambición y de futuro que en este momento precisan de una defensa unánime de política y sociedad.

El rector de la Universidad de Jaén, Nicolás Ruiz, que ha sido providencial para este momento porque tiene el mismo discurso en todas las instancias, lo mismo ante el presidente de la Junta que ante el consejero de Universidades y cualquier otro ámbito, y que ha repetido hasta la saciedad que nadie lo va a callar en sus justas demandas, también fue abducido o al menos se produjo el intento, por el encanto del consejero Villamandos, y eso que se conocen de tiempo atrás, pero ahora las relaciones del conjunto de las universidades públicas con el poder de Andalucía se encuentran en una situación complicada, en la Junta las consejerías afectadas tratan de hacer creer que se han cumplido escrupulosamente los acuerdos, pero los rectores, y el de Jaén en concreto que es lo que tenemos más cerca, lo niega con rotundidad, de tal manera que Nicolás Ruiz, al que hay que agradecer que no se doblegue y que cumpla con su deber de defensa de la institución y de Jaén, que es para lo que se presentó al cargo, se ha visto en la tesitura de decir ¡basta! y ha trasladado su malestar a los órganos competentes de la UJA, su Consejo de Gobierno, el Claustro, Consejo Social, etc., pero también lo ha hecho en otras instancias y ya finalmente en las redes sociales a la par que se ha divulgado una carta abierta a la sociedad de la provincia explicando en todo un alegato que merece la pena detenerse a leer, que por la gravísima insuficiencia financiera se debilita el sistema universitario público y que Jaén se ve seriamente afectada. Recojo un párrafo muy sensible de su carta: “Las universidades públicas representan un bien común, que debe ser protegido y apoyado por la clase política y sociedad a la que sirven. Su excelencia en investigación y docencia no se logra de forma improvisada, sino mediante una inversión constante y años de dedicación y esfuerzo por parte de la comunidad universitaria”.

Nadie le puede recriminar nada al rector, porque antes de adoptar una postura que se puede considerar extrema ha llamado a todas las puertas y ha explicado al detalle las cuentas de la UJA y las razones de peso por las que el incumplimiento se convierte en un duro castigo para una institución que en la provincia, como afirma en su misiva, es fundamental “como motor de desarrollo y transformación, para formar y atraer talento, generar conocimiento, impulsar el progreso económico, fomentar la innovación científica y tecnológica y crear riqueza”. Lo mejor de todo es que Nicolás Ruiz se lo cree y lo está aplicando desde el minuto uno de manera enérgica de acuerdo con su carácter y su personalidad. Lo que ocurre es que hay muchas amenazas para lo público, y esto no ocurre solamente en Andalucía, pero nuestra comunidad lo lleva notando algún tiempo, de tal manera que la incidencia es notoria, los discursos políticos lo niegan sistemáticamente, pero los hechos no admiten el menor género de dudas y una de las pruebas que lo confirma es el nacimiento en pocos años de varias universidades públicas, algo que no debiera ser incompatible, pero puede serlo si la universidad pública no goza del apoyo necesario para formar con calidad y mantener en todo lo alto las expectativas de futuro.

Personalmente, como jienense, pero también desde el compromiso que en su día adquirí en la Plataforma Ciudadana en Defensa de la UJA, que durante una etapa ha permanecido en stand by con la esperanza puesta en mejores noticias que lamentablemente no han llegado, me siento totalmente concernido con el SOS que hace el rector a la ciudadanía, y creo que es el momento de reaccionar porque la vez anterior en que se demandó respuesta social estuvimos más bien solos en el ámbito institucional, se daba el caso de que un rector terminaba su etapa y el consejero que llevaba poco tiempo movilizó a su favor, pero hoy no existen tales circunstancias. El escenario es que la Universidad necesita a la sociedad, que el rector, que la representa, es el primero en alzar la voz y urgir una financiación justa, ni más ni menos que lo firmado, que tampoco era una alternativa de máximos, y que los jienenses, no solo de la capital sino de toda la provincia, tenemos el deber moral de ponernos al lado de quien nos necesita para pelear ante la insensibilidad y el ordeno y mando, en una actitud firme de autodefensa. Ya lo escribió Víctor Hugo y viene como anillo al dedo: “Entre un gobierno que lo hace mal y un pueblo que lo consiente, hay una cierta complicidad vergonzante”.

En este momento me limito sola y exclusivamente a la Universidad de Jaén y subsidiariamente al resto de las andaluzas. Porque lo peor no es ya dejar de cumplir lo estipulado en los órganos competentes de la Junta, sino la fuerza de la indiferencia a la que se refería el escritor italiano Cesare Pavese, porque en efecto es la indiferencia de los políticos democráticamente elegidos la que nos da miedo, porque sencillamente nos hurta el porvenir de nuestra maravillosa provincia. Ánimo al rector, Nicolás Ruiz, que me consta ha usado durante meses la vía diplomática, el diálogo y la espera de los plazos, pero que con la dignidad que le otorga su cargo muestra esa valentía y rebeldía cívica, ligero de equipaje y sin hipotecas ideológicas, capaz de situar en el frontispicio de la misión que tiene confiada y en exclusiva el único interés que está en juego: la Universidad de Jaén y Jaén.

Foto: El rector de la Universidad de Jaén, Nicolás Ruiz, ha escrito una carta a la sociedad provincial en relación con la grave insuficiencia financiera de la UJA.

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