Por ANTONIO GARRIDO / Ya he escrito en varias ocasiones en los últimos días que la política no siempre es de fiar, lo diré de otra manera, casi nunca es de fiar, y el ejemplo más evidente lo tenemos en la Junta de Andalucía con respecto a las universidades públicas, porque fue capaz de suscribir un Modelo de Financiación a gusto de todos, incluido el propio gobierno andaluz, pero a la hora de la verdad, ahora que finaliza el año y están a punto de ser aprobados los Presupuestos para el ejercicio de 2025, resulta que los responsables públicos se permiten abusar de la confianza de los rectores e incumplir los compromisos económicos adquiridos, con el resultado de serios problemas para el funcionamiento de las diferentes instituciones académicas. De este asunto que afecta al conjunto de las universidades, ya dejé escrita mi opinión, por lo tanto hoy me limitaré a tratar en exclusiva el caso de Jaén, porque el dinero que se le está negando a la UJA significa nada más y nada menos que en la práctica sigue funcionando el “Modelo Velasco”, ese que la Junta no tuvo más remedio que echar atrás por la presión social y política, pero con el tiempo se está demostrando que es la fórmula en la que la Consejería de Universidad y por ende el gobierno de la Junta se encuentra más cómoda, aunque no lo quiera ni lo pueda decir públicamente, ya que sería políticamente incorrecto, pero todo hace indicar que Rogelio Velasco convenció a las alturas de los responsables políticos de la Junta de la bondad de sus planteamientos, exportados de otras universidades y otros países, pero que nada tienen que ver con nuestro territorio, y para el papel que una universidad debe significar en la provincia, en nuestro caso, como dice muy bien la ley de creación, que algunos deberían leerse antes de adoptar ninguna medida, tiene sentido “como instrumento de transformación social que desarrolle y oriente el potencial económico, cultural y científico de la sociedad de la provincia de Jaén”.
En su momento se descubrió el pastel, Velasco pretendía establecer distinciones entre las universidades, de primera y de segunda, y a la nuestra la relegaba a un segundo plano, por eso le negó una financiación y de aquellos polvos, estos lodos. El compromiso de nivelación no se ha atendido, contrariamente a lo anunciado, por lo que para la UJA se puede afirmar que el “Modelo Velasco” que afloró en el año 2022 y que hizo explotar al anterior rector, Juan Gómez, se mantiene a todos los efectos, entre las mentiras y las medias verdades del consejero Villamandos, un encantador de serpientes, que ha dado esperanzas durante un tiempo, incluso ha firmado paz social con el rector de Jaén, pero en este momento procesal en el que hay que retratarse no es capaz de defender lo que está escrito y figura en los archivos de la Junta y también en las hemerotecas. Los compromisos están para cumplirse, pero la Junta ha llegado a la excelencia en el incumplimiento en determinados asuntos referidos a Jaén, si bien el caso de la Universidad es especialmente sangrante. De ahí que se pueda llegar a concluir con aquella expresión que se hizo célebre en tiempo de los Reyes Católicos: “Tanto monta, monta tanto, Velasco como Villamandos”. Al menos hasta que se demuestre lo contrario. Hoy mismo el delegado del Gobierno de la Junta en Jaén, Jesús Estrella, es portador de la buena noticia de que se ha ordenado una transferencia a la UJA por importe de 4,1 millones de euros, que según él salda la deuda, pero creo que no es así, están haciendo las cuentas del Gran Capitán. Quien conoce bien los números es el gerente de la UJA, si bien supongo que empezar a cumplir debe ser lo correcto.
Tras la comparecencia del conjunto de rectores, por primera vez todos juntos y molestos con la Consejería por los incumplimientos, hoy quien ha dado la cara en Jaén ha sido el rector, Nicolás Ruiz, al que en los últimos días se le nota especialmente molesto por la situación creada, y es normal por cuanto los hechos demuestran que la UJA se verá seriamente afectada de no resolverse con urgencia el recorte económico conocido, un tijeretazo en toda regla. Quede constancia, asimismo, de que el rector de Jaén, Nicolás Ruiz, seguramente como sus colegas, pecó de exceso de confianza antes del verano cuando creyó al consejero Villamandos y ambos protagonizaron un acercamiento, incluida la firma de un comunicado conjunto que en su momento traté de entender, pero no pude. En cierto modo representó la desaparición de la escena pública de la Plataforma Ciudadana en Defensa de la Universidad de Jaén, que no ha muerto, sigue en stand by, pero no tenía mucho sentido mantener la lucha cuando los actores exhibían una especie de armisticio formal y de consenso, con Linares como escenario, precisamente la ciudad de la que es vecino el propio Nicolás Ruiz. El consejero tiene muchas tablas y una capacidad de seducción importante. Baste decir que en una reunión celebrada también en Linares con la citada Plataforma, quedamos impresionados por sus buenas artes de convicción, vale para la política, pero nos pareció tan clamoroso que aun reconociendo sus cualidades, regresamos no muy confiados y sin excesivas concesiones al optimismo, ya sabíamos de su talante. Pero nada dura eternamente y es en este momento cuando se demuestra que en los asuntos de importancia hay que mantener siempre los pies sobre la tierra y esperar a la hora de la verdad. Y a esa hora el consejero y la Junta vuelven a condenar el futuro de la UJA, ni más ni menos, aunque por el gesto de hoy les conceda el beneficio de la duda.
El rector, muy de mañana, se ha confesado a los periodistas expresando su enorme preocupación por los incumplimientos que ponen en riesgo la sostenibilidad financiera, ha reivindicado lo que a la Junta le corresponde, ni más ni menos, según está escrito, y en gran medida porque la pérdida de financiación que supuso la aplicación del tan famoso “Modelo Velasco” ni se ha compensado ni parece que esté en previsión, lo que sería una injusticia enorme y la confirmación del maltrato con el que la Junta pretendía actuar contra nuestra institución académica. Se refiere también el rector al indeseable contexto, a asfixia, al peligro inminente de déficit estructural, y al final, le queda aliento para actuar por la vía diplomática e institucional para exigir de la Junta que reconsidere y que conceda a las universidades públicas, y a la nuestra entre ellas, “lo que corresponde y pertenece a la ciudadanía de esta tierra”. Si no es así y la Universidad necesita ejército no para luchar contra nadie sino para exigir lo que es de justicia y es nuestro, pues habrá que activarlo. Si los responsables públicos no son capaces más que de salir en las fotos y tratar de colgarse medallas, la sociedad civil o la parte de ella que esté motivada y carezca de hipotecas, que esa es otra, ha de estar preparada para cumplir con su deber cívico. Si no defendemos a nuestra Universidad, ¿por qué vamos a luchar?