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Por ANTONIO GARRIDO / Es la nuestra de Jaén una capital y una provincia que honra a sus tradiciones. Estamos ante unas fechas que figuran por derecho propio entre las más especiales del calendario, el Día de Todos los Santos y de los Difuntos. Los jienenses, como los de otros lugares, suelen acudir a los cementerios para llevar flores a las tumbas en las que reposan sus seres queridos, por lo que estos recintos han sido cuidados para causar la mejor impresión.
En la capital no hace mucho se hizo efectiva la cesión del viejo camposanto de San Eufrasio, propiedad del Obispado, al Ayuntamiento, se supone que con el objetivo de actuar en él, ya que se encuentra en una situación límite de deterioro y abandono. La Junta de Andalucía, siempre tan atenta con Jaén, nos regaló el título, algo envenenado en su bondad, de Bien de Interés Cultural (BIC). Del cementerio de San Fernando, o cementerio nuevo, baste decir que aunque ha habido mejoras, todavía necesita más. Y hay que plantearse el futuro, que supongo estará entre los proyectos municipales.
Una visita al viejo cementerio de San Eufrasio, nos da una idea del escaso respeto que en Jaén le tenemos a nuestra memoria. En estas fechas nos vuelve a interpelar a todos los jienenses el estado de abandono del viejo camposanto, tanto es así que debería darnos vergüenza como pueblo que seamos tan indiferentes por permitir esta afrenta. Como el clamor no llega en toda su magnitud más que una vez al año, salvo cuando arrecian denuncias de colectivos indignados, los respectivos ayuntamientos -el anterior mostró un interés decidido, pero ha contado con las limitaciones económicas y legales- se colocaron su coraza y han sumado esta asignatura pendiente a otras muchas que están aparcadas para mejor oportunidad, ojalá haya llegado al fin su hora.
Es una pena que estemos atentando contra nuestra memoria, nuestra gente allí enterrada, se calcula que yacen en este lugar más de 20.000 personas a las que debemos respeto, y si no lo tenemos para ellas y lo que representan, ¿con quién vamos a estar en paz? Los jienenses no damos crédito a que este recinto sea nada menos que Bien de Interés Cultural (BIC), una protección que para nosotros, y no se trata del único ejemplo, únicamente sirve para prolongar la agonía de lugares emblemáticos, muy bonitos, tan institucionalmente distinguidos como realmente olvidados.
Lo cierto es que estos días nos topamos con este olvidado camposanto decimonónico, que pronto va a cumplir dos siglos, y en el que reposan los restos de los jienenses más ilustres, desde Bernardo López hasta el economista Flores de Lemus, desde los condes de Humanes hasta el destacado político Prado y Palacio. Y muchísimos más, incluidos, por supuesto, tantas víctimas del odio de una guerra incivil que murieron en el campo de batalla de sus ideas.
El viejo cementerio de San Eufrasio fue en 2003, hace más de veinte años, cuando dejó de prestar servicio para enterramientos. Desde entonces se va muriendo lentamente, a pesar de que hay quienes no paran de exigir atención para un lugar que por la riqueza que encierra, tanto artística como la más valiosa, la sentimental, tendría que ser ya hoy un gran parque desde el que reivindicar la dignidad de nuestro pueblo. Como siempre llegamos tarde. Que nuestros antepasados perdonen a los políticos tanta insensibilidad y desprecio a la memoria colectiva de todo Jaén. Como en el poema de Bécquer: ¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!».

Por lo demás estas fechas nos vinculan con costumbres vividas en familia y que en muchos casos, a Dios gracias, se mantienen, junto con una rica gastronomía típica basada sobre todo en los buñuelos y huesos de santo, que se consumen en grandes cantidades y que llegan a la práctica totalidad de los hogares. Sin olvidar un plato antiquísimo como son las gachas de Todos los Santos, un manjar que está en una gran mayoría de las mesas jienenses por toda la geografía provincial.

Las celebraciones importadas, tipo Halloween, siguen ganando terreno y ya están prácticamente generalizadas, se ha visto estos días en colegios y en todo tipo de centros, también en religiosos, todos a la moda, pero especialmente en esta noche, se multiplican las fiestas y los disfraces, parece que ya no estamos ni en Jaén, aunque esta singularidad no es exclusiva nuestra, está extendida por todo el territorio nacional, al mismo tiempo que han ido desapareciendo de la escena vivencias propias, como las representaciones del famoso Tenorio. Son el signo de los tiempos.

En fin, es una batalla perdida, pero con independencia del respeto, faltaría más, a todas las formas de pensar, sentir y actuar, deberíamos, empezando por las administraciones cuando promueven actividades por estas fechas, prestar más atención y apoyo a las tradiciones propias, para que no se pierdan y también en lo posible se potencien porque son parte de nuestra propia memoria. Al menos que puedan convivir a la vez los distintos modos de conmemorar una fecha tan señalada del calendario.

Menos mal que hay algo que afortunadamente se mantiene, y es la visita a los cementerios, donde reposan familiares y amigos, para llevar flores y ofrecerles este homenaje en el recuerdo.

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