“Puede quien cree que puede, y no puede el que cree que no puede. Esta es una ley inexorable”

BUENOS DÍAS. Por ANTONIO GARRIDO / “Nunca pierdas la esperanza. Las tormentas hacen a la gente más fuerte y nunca duran para siempre” (Roy T. Bennett). La frase de este autor tiene lo que nosotros necesitamos en cualquier momento, palabras de ánimo ante las dificultades de la vida, y es la constatación de que el tiempo pasa, y lo más importante es tener la creencia de que ninguna tormenta dura para siempre. Alguien nos advierte por si se nos ha olvidado: “Los malos momentos son parte de la vida. Si todo fuera perfecto, no se entendería el valor de una sonrisa”. Y el admirado escritor japonés Haruki Murakami, vuelve con esta aportación: “Realmente creíamos en algo en aquel entonces, y sabíamos que éramos el tipo de gente capaz de creer en algo con todos nuestros corazones. Y esa clase de esperanza nunca desaparecerá de forma sencilla”. El poeta alemán Christian Friedrich Hebbel lo dice a su modo: “Somos tan pequeños como nuestra dicha, pero tan grandes como nuestro dolor”… Además, tal día como hoy, en 1914, nacía el poeta estadounidense John Berryman, una de las mayores figuras de la segunda mitad del siglo XX. Reproduzco una cita suya: “¿Quieres algo? Entonces ve, y haz que pase, porque la única cosa que cae del cielo es la lluvia”…También en esta jornada se merece un recuerdo la novelista Anne Tyler, que con 23 años publicó su primera novela Al caer el día, a la que siguieron una veintena de obras que le valieron diferentes premios, entre ellos el Pulitzer. Apasionada por su vocación de escritora, solía repetir: “Leo y escribo para poder vivir más de una vida en más de un lugar”…Un 25 de octubre, en 1881, nacía el pintor malagueño Pablo Ruiz Picasso, uno de los grandes genios del siglo XX. Entre sus obras más famosas se encuentra el Guernica, una denuncia a la masacre llevada a cabo en la localidad vasca con el mismo nombre. Dos frases en su homenaje: “Puede quien cree que puede, y no puede el que cree que no puede. Esta es una ley inexorable” y “La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”…Hoy se cumplen 68 años de la concesión al poeta y escritor de Moguer, Juan Ramón Jiménez, del Premio Nobel de Literatura, por el conjunto de su obra, y especialmente por su poesía lírica en la narración de Platero y yo, un ejemplo de gran espíritu y pureza artística. Así recordamos a Juan Ramón: “En la soledad no se encuentra más que lo que a la soledad se lleva” y “No corras, vete despacio, que a donde tienes que llegar es a ti mismo”…Y también un día como hoy, recordamos a la poetisa y escritora argentina, Alfonsina Storni, vinculada con el modernismo y con una prosa original y feminista. Precisamente la rebeldía de la autora ante la opresión de la mujer en su época se hizo notar tanto en sus obras como en su activismo. Su vida terminó de manera trágica a los 46 años de edad al suicidarse el 25 de octubre de 1938 arrojándose al Mar de Plata, tras haber luchado contra el cáncer de mama, una enfermedad que le dejó cicatrices en su cuerpo y también en su mente. Impregnada de lucha y audacia, aunque también de melancolía y desazón, la poesía de Alfonsina es leyenda. Precisamente su suicidio sirvió como inspiración para la canción Alfonsina y el mar, que canta espléndidamente Mercedes Sosa, y que relata el suceso y sugiere el motivo. Dos testimonios de su herencia literaria: “¿Qué mundos tengo dentro del alma que hace tiempo vengo pidiendo medios para volar?”, donde sin duda se refiere al sentimiento de libertad que crece dentro de ella, y “Hombre pequeñito que jaula me das. Digo pequeñito porque no me entiendes, ni me entenderás. Tampoco te entiendo, pero mientras tanto ábreme la jaula que quiero escapar. Hombre pequeñito, te amé media hora, no me pidas más”, en la que el término jaula expresa con claridad que desea escapar en busca de la libertad. Sugestivo personaje…Para terminar, una cita del poeta romano Virgilio: “No te inclines ante la adversidad; más bien oponte audazmente a ella tanto cuando tu suerte te lo permita” y esta otra: “Funesto amor, a qué cosas no precipitas al corazón humano”.