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Por MARTÍN LORENZO PAREDES APARICIO /
Calle Rastro abajo, amanece que no es poco. En procesión, bajan los estómagos vacíos, la noche ha sido larga. El desayuno los espera.
Es el bar Batallas un sitio de referencia en Jaén, sus desayunos son auténticos diamantes. El lugar, tan mítico, es la flor del buen arte que es desayunar.
Su espacio, aunque es pequeño, está tan bien aprovechado, que nadie se queda sin desayunar.
En las horas punta es cuando se producen los acontecimientos más divertidos. El paisanaje es muy variopinto, se mezclan personas de todo tipo. Se produce un mestizaje tan bello que debería ser tomado como ejemplo de comportamiento por la sociedad. Convivir en armonía pensamientos diferentes es nuestro caballo de batalla.
En el bar hay pocas mesas y sillas. Estos bienes muebles son muy apetecibles por todos. De modo que, de los diversos grupos, se turnan sus miembros para ocuparlos, por lo que cada día uno de ellos madruga. Son auténticos depredadores, especialistas de la ocupación desayunil.
Las disputas por hacerse con una mesa o taburete son hermosas batallas.
Es más, hay una serie de individuos que, como excelentes guardias civiles, organizan el tráfico diario asignando las mesas o taburetes a los más necesitados. Su función es tan altruista, que merecen todo el reconocimiento.
En una bella reunión se juntan bancarios, abogados, comerciantes, funcionarios… en los que el respeto y la armonía son las rosas de este edén del desayuno que es el Bar Batallas.
La gestión del bar corre a cargo de Magdalena, Susana y Mari. Su luz ilumina uno de los bares de desayunos más señeros de Jaén.

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