Por ANTONIO GARRIDO / En este mismo día 17 de mayo del pasado año, el hoy Rector de la Universidad de Jaén, Nicolás Ruiz Reyes, conseguía el respaldo para ocupar este cargo que desde meses antes venía persiguiendo, de hecho abandonó la gerencia de la UJA para embarcarse en esa aventura, es decir, pasó de ser un estrecho colaborador del anterior Rector, Juan Gómez, a protagonizar la carrera por la sucesión, completamente decidido. Al final no fue tan paseo militar como parecía, tuvo un duro competidor en el también candidato Juan Manuel Rosas y su talante, pero finalmente surtió efecto la campaña protagonizada por Nicolás Ruiz, incisiva y directa, y casi centrada, por sus anteriores responsabilidades, en el aspecto económico, de ahí que durante la fase previa a las elecciones y en el contacto con la comunidad universitaria su discurso no dejaba de reivindicar una financiación suficiente a la vista de los pésimos resultados que se habían experimentado con la aplicación del llamado “Modelo Velasco”, cuyos efectos negativos para la UJA todavía estamos padeciendo, un año después de la consulta electoral. Pero a día de hoy está vigente, al menos en teoría, un nuevo modelo de financiación, más equitativo y que en esta ocasión no condena a la Universidad de Jaén, como el anterior, a la irrelevancia, que de eso se trataba en realidad, aunque desde el poder tardaron en reconocerlo y en su tiempo, por el contrario, nos quisieron hacer comulgar con ruedas de molino.
En ese panorama de zozobra llegaba al Rectorado Nicolás Ruiz Reyes, catedrático de Teoría y Señal de la Comunicación, conseguía su propósito y reconocí en aquel momento y repito hoy que fue el candidato que más apostó en la competición. Era el rebelde con causa, se le llegó a denominar al candidato primero y rector después, “incómodo”, porque desde el primer momento se estaba colocando frontalmente en seria discrepancia con la política, sobre todo económica, de la Junta de Andalucía y de su consejero José Carlos Gómez Villamandos, que para él no era ningún desconocido porque el titular de Universidades había sido rector en Córdoba y existía ese conocimiento previo. Nicolás Ruiz tomó posesión en Sevilla ante el presidente de la Junta y con un gesto educado, como no podía ser de otra manera, fue seriamente reivindicativo, llamó poderosamente la atención porque no es lo habitual que en estos actos protocolarios en el Palacio de San Telmo nadie se salga del guion establecido. Después ha habido más oportunidades, como el propio acto inaugural del actual curso académico, en el que en su discurso fue más enérgico si cabe, el consejero no daba la impresión de estar muy contento que digamos, no paraba de abanicarse con gesto tenso, de hecho sus palabras le delataron, y todos los asistentes tuvimos la impresión de que nuestro Rector se aprovechó de que ese día jugaba en casa para presentar todas su cartas credenciales ante las autoridades y la sociedad jienense representados en el acto. Nos enteramos bien de la que era su hoja de ruta y cuál pretendía que fuera el papel de la Junta y su Consejería de Universidades para apuntalar el futuro de la institución académica jienense.
El principal caballo de batalla durante casi todo el tiempo, hasta fecha reciente, finales del pasado año, fue la conquista de un nuevo modelo de financiación, que cuenta con el visto bueno en principio de todos los rectores y rectoras, ahora bien, la duda estaba y está en que se dote de los recursos financieros necesarios para que se cumpla el documento de favorable acogida, porque un modelo aceptable sin fondos suficientes es proyecto fallido. La Junta reclama confianza y asegura que cumplirá al pie de la letra, y de paso envía un recado al Gobierno de España para que se moje más, económicamente hablando, con el sistema universitario público, español pero en nuestro caso concreto andaluz. En los próximos meses saldremos de dudas, la confianza ciega en la política le ha jugado a Jaén muy malas pasadas, bien lo sabemos.
Hace un año titulé el comentario del día del triunfo electoral de esta manera: “Nicolás Ruiz, el rector ‘incómodo’ que alcanza su objetivo”. Incómodo porque desde el principio partía con un perfil diferente, distinto, su campaña fue arrolladora, desde luego no era el candidato del gusto de la Consejería ni del presidente de la Junta, porque estaba cuestionando su política, por esta razón no era el candidato del poder establecido, ignoro si pensaba en alguien en concreto, pero se sabía de antemano que Nicolás Ruiz no era fácil de doblegar en el caso de que cualquier decisión, sobre todo el reparto de la tarta económica, causara un perjuicio a la Universidad de Jaén. Pero también fue exigente en otros aspectos como el mapa de titulaciones, los contratos programa, etc.
En estas mismas páginas, Nicolás Ruiz publicó un artículo en plena campaña electoral titulado “Un proyecto de Universidad”, donde defendía que las de 2023 eran las elecciones más decisivas para la UJA desde su creación y definía sus compromisos, el rector cuyo primer objetivo es que la UJA crezca, que tenga una economía suficiente para asumir todas sus responsabilidades, y ya marcaba el rumbo en el que hoy está orientada nuestra Universidad, un programa de cambios, así lo llamaba él, centrados en situar a la institución como “una universidad con fuerte vocación provincial y proyección global e internacional, como punta de lanza de los cambios socioeconómicos que debe enfrentar Jaén”. Para ello sigue ofreciendo una estrategia ilusionante, innovadora, en personas, docencia de calidad, cultura, internacionalización, transformación digital, sostenibilidad, etc.
En este primer año el programa se ha empezado a desarrollar, con la intención de que cuando pasen los seis de mandato se pueda hacer un balance satisfactorio. Pero, ¿qué ha pasado, además de lo ya dicho, en este primer año de la gestión de Nicolás Ruiz al frente de la Universidad de Jaén? Tal vez el cambio principal sea el de que ha dejado de ser ese rector “incómodo” de los primeros momentos, creo que para no desentonar entre los rectores, que se mueven en escenarios de consenso, que él mismo ha propiciado, aunque el acercamiento ha sido posible por la voluntad de las dos partes, Rectorado y Consejería de Universidades y ha sido un proceso dialogado, por parte de Nicolás Ruiz mucha negociación y diplomacia vaticana, por todo lo cual, aunque no lo ha expresado con absoluta claridad, todo hace indicar que han llegado a un entente cordiale, él se ha hecho respetar, y basta remitirse al documento conjunto de las dos partes, que nos causó una gran impresión por lo novedoso después de unas semanas de impasse, y esto ocurría en la misma fecha de la visita de Gómez Villamandos al Campus de Linares, al que por cierto Ruiz Reyes, linarense y profeta en su tierra, está dedicando la misma consideración que al de Jaén. Esa jornada fue histórica porque obró el milagro, era el 19 de febrero, cómo olvidar el Pacto de Linares, y por si fuera poco, Villamandos recibió a representantes de la Plataforma Ciudadana en Defensa de la UJA, y exhibió su mejor sonrisa y amabilidad, sin duda estaba contento por haber fumado la pipa de la paz con el Rector. Más todavía, en la UJA se ha celebrado que el consejero no haya puesto reparos a la oferta de titulaciones presentada.
En teoría la situación ha cambiado a mejor, pero, ¿hay garantías, sobre todo económicas, de que a la hora de la verdad tantos compromisos se frustren a causa de recortes por parte de la Consejería de Hacienda? Por lo demás hay un dicho muy conocido que viene a cuento: “Si no puedes con tu enemigo, únete a él”. Gómez Villamandos no es exactamente el enemigo del Rector, pero es la otra parte con la que hay que contar necesariamente, y parece haberse impuesto la actitud de no buscar el enfrentamiento sino la vía del diálogo, aunque esto suponga en la práctica dejar de ser “incómodo”, lo que espero y deseo que no quiera decir renuncia al compromiso escrito y la palabra dada. ¿Cómo se ve este año en la propia UJA? Individualmente hay opiniones para todos los gustos, ya se sabe que todo depende del color del cristal con que se mire, el actual rector no deja indiferente a nadie, en realidad como sus antecesores, y además la comunidad universitaria, curiosa y paradójicamente, porque debería ser un ejemplo en el que mirarse, se muestra muy ajena al debate de las cuestiones que le afectan, me refiero tanto a profesorado y personal como a alumnos, normalmente de espaldas al compromiso y a la movilización cuando corresponde.
Lo que sí es cierto, resulta una evidencia, es que a la UJA se le ve fuerte, activa, protagonista, emprendedora, y continúa dando satisfacciones, estos últimos días se ha dado a conocer el ranking que la sitúa como referente entre las universidades jóvenes españolas y de Andalucía, y vendrán más reconocimientos como expresión de su fortaleza, pero además está presente en todos aquellos espacios de la sociedad donde es imprescindible, no ya como principal referente de la transmisión del conocimiento, sino porque el futuro de esta provincia sigue estando en sus manos, de ahí las Cátedras que se vienen creando, como la del Cetedex, el papel de la UJA en la Fundación Estrategias, su apoyo inequívoco a la declaración de los Paisajes del Olivar como Patrimonio Mundial, y en general todo su organigrama al servicio del interés general de los alumnos, de la Universidad y de Jaén, y ahora su vocación provincial, pueblo a pueblo, que es un proyecto integrador cuyo resultado veremos a no mucho tardar todo lo positivo que es. Lo que más me llama la atención es que socialmente posee relevancia la autoridad del Rector, porque cada vez que Nicolás Ruiz se pronuncia sobre algún asunto desacredita a quienes se mueven por esquemas ideológicos y partidistas, y demuestra que la UJA es garantía de neutralidad, de independencia y por esta razón está legitimada para liderar muchas actuaciones que busquen únicamente la manera de que progrese nuestro territorio, y no perder ni un minuto en el enfrentamiento y la pérdida de tiempo y de energías. En este momento, un año después del éxito conseguido, hay que desear al Rector, Nicolás Ruiz, que su tarea se desarrolle por la senda elegida, y no es otra que la de creer en las posibilidades de Jaén y por tener tan claro que la UJA es Jaén y que Jaén ya no se puede entender sin su Universidad, casi 31 años después de la bendita hora de su creación.