Mañana, jueves, se acaba por fin el primer round del combate que se vive en la familia del Partido Popular para elegir al nuevo presidente provincial, en sustitución de José Enrique Fernández de Moya. Dentro de veinticuatro horas estará a punto de conocerse el resultado de la votación en toda la provincia del total de 900 compromisarios que decidirán la elección del responsable de la organización política, algunos de los cuales, un elevado porcentaje, son miembros natos, en función de los cargos que ocupan, el resto saldrá de las urnas, donde además ya habrá un primer pronunciamiento de cuál de los dos precandidatos goza de mayor apoyo y que marcará el rumbo que deba tomar el congreso provincial del PP convocado para el día 21 de mayo próximo.
Dicho esto para empezar, me ha sorprendido el grado de tensión que ha tomado esta campaña, que ha sido más virulenta que otras conocidas años atrás, y me parece que tiene mucho que ver con la existencia de las potentes redes sociales que han animado el debate, por cierto no de manera ejemplar, porque sectores de la militancia no han perdido la ocasión para mostrar públicamente sus diferencias, que si se hace de una determinada manera puede resultar hasta saludable, pero no se han escatimado calificativos en una guerra sin cuartel abierta, para resumirlo mucho, entre el oficialismo, lo que se llama “aparato” y el grupo de los rebeldes, por seguir llamándoles de la misma manera, es decir, entre los candidatos Juan Diego Requena y Miguel Moreno.
Por mucho que pretendan negarlo, Requena representa la herencia de José Enrique Fernández de Moya, en términos de candidatura, no voy a poner en tela de juicio la solvencia que pueda tener el candidato si llega al cargo de presidente, porque no pretendo jugar a adivino. Todo eso está por ver. Pero no se puede rechazar la existencia de tutela cuando Requena no ha tenido ningún interés, a los hechos me remito, de distanciarse ni siquiera un milímetro de quienes gobiernan ahora mismo el PP, empezando por Fernández de Moya y Miguel Contreras. El peso del llamado aparato, con una carga de miembros natos que forman parte del núcleo duro del partido, es considerable, por tanto parten con una ventaja evidente.
Entre las sorpresas mayúsculas que ha proporcionado la campaña se encuentra la decisión a última hora, por parte de Miguel Segovia, que no deja de ser un referente en la familia de los populares, de apoyar la candidatura de Requena, con el pretexto de que es la que mejor puede dar respuesta a la capital de la provincia. Las redes sociales han echado humo con este posicionamiento, algunos a favor y muchos en contra de esta postura, no en balde a Segovia se le incluía entre los críticos, solo con leer sus comentarios e incluso su lema de cabecera “Pienso luego estorbo”, que contiene un mensaje fácil de interpretar. ¿Qué le ha movido a cambiar de bando, como así se ha entendido por sus compañeros? Esto sólo él lo sabe, pero no ha pasado desapercibido.
La candidatura de Miguel Moreno, el alcalde de Porcuna, que al principio al poder del partido le parecía una aventura que se podría venir abajo en cualquier momento, me ha sorprendido, y positivamente, por qué ni decirlo, que haya cuajado y que con independencia del que sea resultado final, el que salga de las urnas, han logrado demostrar a través de sus convocatorias de actos por toda la provincia y el último en un hotel de la capital, que responden a un estado de opinión que no es precisamente minoritario dentro del PP y que se debería tener en cuenta si de lo que se trata es de pretender un partido unido en una provincia donde el PP siempre lo ha tenido complicado, sobre todo frente a los socialistas. Si se mantienen las posiciones crispadas de las últimas semanas, si no se entierra el hacha de guerra, si no acaban los insultos y las descalificaciones que han estado a la orden del día, si los que han tenido la responsabilidad de guiar el partido no trabajan en estas horas difíciles por la mesura, el cierre de heridas y las llamadas al entendimiento, el PP que salga del congreso está llamado a ser un infierno, porque la división es potente, la voz crítica democrática que clama una oportunidad y respeto a la opción que representan, tiene un respaldo como jamás hubiera podido imaginarse.
Lo sensato sería, y tal vez hay tiempo para intentarlo, llegar a un acuerdo de síntesis como ha demandado varias veces la dirección regional, pero no es un escenario que esté en la hoja de ruta de los que mandan aún en el PP, y no lo es porque se toman el congreso como un pulso, se juegan el poder, y lo quieren para ellos y no permiten repartirlo con unas personas que con toda legitimidad han querido optar a un derecho que les asiste, han insuflado democracia en el proceso y quieren ganar, pero aceptarían una derrota como corresponde a jugadores limpios que van a pecho descubierto, con su ideología, sus convicciones y un talante basado en que no todo vale para conseguir un objetivo.
Creo haber dicho ya que personalmente me da igual quién gane en este proceso abierto en el Partido Popular de Jaén, es un problema de su militancia, lógicamente. Como jienense y como demócrata, lo que sí tengo claro es que la provincia necesita un Partido Popular fuerte y unido, con una organización que sea capaz de recibir el apoyo necesario para tener la posibilidad de ayudar a resolver los problemas jienenses, en vez de perderse en disputas estériles de carácter interno, que además de otras cosas es una enorme irresponsabilidad en los tiempos que corren. Pienso honestamente que cualquiera de los dos candidatos puede ser un buen presidente del PP, pero en el caso de Requena, del que me llegan las mejores referencias, tendría que demostrar que camina en solitario y que no le acompaña la carga pesada de los que no se resisten a dejar el poder, en el que algunos llevan ya demasiados años instalados y parece que llega la hora de la renovación.
Por su parte Miguel Moreno, al que no conozco de nada más que de sus intervenciones y por la valentía y el arrojo que ha tenido de salir al ruedo sin temor alguno a represalias, y que para mi gusto representa una bocanada de democracia que tanta falta hace en los partidos, que hacen gala de ella tantas veces y la reconocemos tan escasa, que ciertamente me gustaría que pudiera demostrar lo que es capaz de hacer con un capital cargado de compromiso político por el cambio y capacidad de ilusionar a mucha gente. Chapó al señor Moreno.
Gane quien gane espero y deseo, aunque en este momento lo veo muy complicado por el caríz que han tomado los acontecimientos, que la victoria fuera del PP en sentido estricto y en su conjunto. No cesaré de insistir en que en esta provincia, con la cantidad de problemas que tenemos, lo que precisamos es de partidos políticos que estén menos en sus intrigas palaciegas y se fajen más en las preocupaciones de los ciudadanos. Todavía no lo hemos conseguido del todo. Ojalá que un PP renovado nos dé en el inmediato futuro una satisfacción en esa línea. Suerte.