Por ANTONIO GARRIDO / Conforme a lo previsto se ha desarrollado la protesta del campo jienense en la A4, sin incidentes dignos de ser resaltados y con un mensaje bien claro: «Por un campo vivo. Por unos pueblos vivos». De eso se trata, de mantener nuestra riqueza agrícola y fortalecerla y hacer posible que los pueblos no sufran más tantas condiciones adversas que son una condena. Tres horas y media ha durado esta actuación en la que según los organizadores han tomado parte en torno a 3.000 personas, que la Subdelegación del Gobierno rebaja en 500. La importancia de los números, hay ocasiones en que se afanan por referirse a ellos con exceso y otras por defecto, según el color del cristal con que se mire. Si entramos en detalles, en una provincia tan ligada al campo puede resultar poco potente, teniendo en cuenta que ha sido una convocatoria desde la unidad. Pero hay que considerar asimismo que son demasiados días, que hay quienes han hecho la guerra por su cuenta y esto ha provocado una cierta desmovilización. Podía haber sido una cita para la historia, de hecho ese era el llamamiento, y se ha quedado probablemente en algo menos, aunque los que han acudido son los más implicados y ellos son los que han asegurado el éxito, manteniendo el referente de los grandes encuentros, como el conocido por el «espíritu de Las Batallas». Por lo demas es muy antiguo el «divide y vencerás». Cuando el campo no está unido ignoro quiénes se benefician, pero sí sé los que se perjudican: todos nosotros.
Mañana el ministro Luis Planas va a recibir a los representantes de las organizaciones agrarias convocantes, y será momento de ver si el resultado es más de lo mismo, es decir, muchas palabras y compromisos y hasta la próxima. Ya lo dijimos ayer, el campo no puede esperar, está en una encrucijada muy difícil y lo que menos necesita son paños calientes, solo un gobierno, mejor unos gobiernos, porque al de España le tiene que seguir en el ámbito de sus competencias el ejecutivo de Andalucía, que ya está muy visto que unos por otros el campo queda relegado o las soluciones se quedan a mucha distancia de lo que en realidad necesitan para poder empezar a sacar la cabeza en esta aguda coyuntura. Hace falta decisión y sensibilidad, si nos falta el campo estamos perdidos.
Precisamente estos días se acaba de presentar el Informe Anual de Coyuntura en el sector oleícola de la provincia correspondiente al pasado año, por parte de la Cátedra Caja Rural de Jaén José Luis García-Lomas, con la asistencia del rector de la UJA, del presidente de la Diputación, el subdelegado del Gobierno de España y el delegado de Gobierno de la Junta, entre otras autoridades, además, lógicamente, del presidente de Caja Rural, Juan Núñez, todos ellos alabando el trabajo realizado por la Cátedra que dirige el catedrático Manuel Parras Rosa, uno de los grandes conocedores del mundo del aceite y que lleva años, en este y en otros foros, ofreciendo a quien quiere escucharle, los mensajes más certeros y los diagnósticos de mayor rigor sobre el sector oleícola. Es posible que no guste a todos, porque el profesor Parras, que como no puede ser de otra manera es un convencido de la enorme trascendencia del cultivo para la provincia, en cambio se ha mostrado crítico, cuando lo ha visto necesario, para dar la voz de alarma y el suyo ha sido también un clamor en torno a la calidad de los aceites, un apostolado permanente y que está consiguiendo sus objetivos, aunque el proceso nos parece aún lento. Baste decir que Manuel Parras es un reconocido catedrático de Comercialización e Investigación de Mercados en la Universidad de Jaén, muy valorado fuera de nuestro territorio, y entre otras muchas distinciones el año pasado se hizo acreedor al Premio de Política, Economía y Ciencias Sociales de la Fundación de Estudios Rurales. Es una autoridad y sus informes han de ser leídos y analizados porque dan luz sobre la situación en que se halla el olivar y el aceite de Jaén. Hay además un hecho importante y es la implicación de la UJA con el principal sector de la economía provincial, que la considera una prioridad absoluta y forma parte de su estrategia en su visión total de defensa del territorio y de su desarrollo socioeconómico. Esa es en gran medida la política de la Universidad, ejercer el liderazgo y estar presente en todos los foros donde pueda ser útil para empujar hacia las concreciones, una provincia que pueda exhibir sus grandes fortalezas.
El informe es público, por tanto si hay alguien interesado en conocer más que de lo que se han hecho eco los medios de comunicación, basta con que lo soliciten de nuestra Universidad. Está centrado en cuatro capítulos, referidos al agua en la provincia, un asunto clave con la sequía que padecemos; la sostenibilidad, la PAC e incluso la nominación de los Paisajes del Olivar de Andalucía a Patrimonio Mundial. En este informe, con todo detalle, se encuentra la respuesta a la escalada de precios, al hecho preocupante y casi natural, desde abril del pasado año, de la bajada en el hábito de consumo de aceite de oliva a favor del girasol, aviso a navegantes, o nos encontramos con un análisis pormenorizado a la auténtica repercusión de la PAC en el olivar de la provincia, que para el profesor Parras es favorable en términos de renta, aunque reconoce que hay determinadas medidas que pueden resultar opinables. En definitiva, que hay que saludar que haya Cátedras y foros de esta naturaleza, con el aval de la Universidad, porque aportan luz en un escenario de tinieblas en el que con tantos problemas juntos a veces nos perdemos y los árboles nos impiden ver el bosque.
Cambiando de tercio, ahora metidos en arena política, mañana vuelve a la provincia el presidente de la Junta, Juanma Moreno. No sé si Jaén está o no de moda, porque esa frase ya la utilizaba un servidor, por diferentes razones, al pronunciar el pregón del Carnaval de 1995, hace 29 años, pero que cada semana hay desembarco de consejeros esta es una realidad irrefutable. El lunes próximo he escuchado decir al rector que tiene anunciada su visita el consejero de Universidades, José Carlos Gómez Villamandos. Con los asuntos pendientes, como la financiación y titulaciones, es esperado como agua de mayo, sobre todo si es capaz de hacer afirmaciones, ojalá que para tranquilizar la inquietud existente. Igual es demasiado optimista por mi parte.
A quien se le está dando presencia política es al nuevo subdelegado del Gobierno, Manuel Fernández, la agenda la debe tener repleta, eso sí, ha llegado con la lección bien aprendida, claro que le han puesto con un perfil político, ya lleva unos cuantos días, y parece ser la hoja de ruta, que nos viene instruyendo sobre lo que hace el Gobierno de España por Jaén, repitiendo hasta la saciedad, faltaría más, el término “compromiso” que cada vez es menos efectivo porque todos y todas se lo asignan y no le concedemos el menor crédito desde la sociedad. Deberían pensar los responsables públicos en un cambio de lenguaje, les vendría bien a ellos y a nosotros los ciudadanos, cansados durante décadas de la misma letanía. Ya saben la otra palabreja tan recurrente: “apuesta”. Así se pasan los años, pero han perdido el crédito si alguna vez lo tuvieron. Está claro, el nuevo subdelegado va a ser como un martillo pilón, como esos niños a los que el maestro o la maestra le piden como deberes que escriban cien veces una frase en la pizarra o en la libreta. Algo así como “el Gobierno de España es muy bueno y está muy comprometido con Jaén”. En cuanto a su antecesora, Catalina Madueño, debió llevarse un buen rebote porque no solo no asistió al relevo sino que por ningún medio hemos asistido a su despedida. Un poco desagradecida sí que es la política. Hoy eres y mañana, no. Pero no obstante sirven a su señor y deberían aprender que también ellos y ellas son de usar y tirar.
Finalmente es fácil imaginarse la sensación de las monjitas de una quincena de conventos de la diócesis cuando recibieron llamadas de auxilio de los amigos de lo ajeno, pero en esta ocasión con la singularidad de que el sujeto que trataba de engañarlas pidiendo dinero se hacía pasar nada menos que por el señor obispo. Don Sebastián acuciándolas a desprenderse de un dinero que no tienen, porque ya se sabe que los conventos de religiosas no son precisamente sucursales de ninguno de esos bancos que han ganado el pasado año 26.000 millones de euros. Menos mal que las religiosas pusieron en duda, a pesar de creerlo en el primer momento, que el obispo les estuviera pidiendo casi un imposible. Todo se ha aclarado, el susto de las comunidades de religiosas y sus superioras que han debido perder el sueño hasta ese momento. Delincuentes, sí, pero catedráticos en imaginación de estrategias que al común de la gente no se le pasarían jamás por la cabeza. Está claro que hay que ir por la vida bien despiertos.
Foto: La protesta convocada por las organizaciones agrarias se ha desarrollado con normalidad.