EL REPARTO DE LA RENTA PRODUCIDA
La renta per cápita es un indicador macroeconómico de productividad y desarrollo económico usado para facilitar una visión respecto al rendimiento de las condiciones económicas y sociales de un país por lo que, de alguna forma, se puede considerar que mide el bienestar social de sus habitantes. Sin embargo, estos datos macro referidos a magnitudes medias siempre reciben críticas generalmente basadas en que en su composición se ignora, en entre otros aspectos, las desigualdades de rentas al igualar a todos los habitantes de un mismo territorio dentro del ratio medio cuando en ese ámbito pueden establecerse, a su vez, otras muchas clasificaciones, por lo que para tener una mayor aproximación en este aspecto quizás fuera más acertado utilizar el coeficiente de Geni o el índice de Atkison, sobre los que nos hemos pronunciado anteriormente en esta misma tribuna.
En cualquier caso, atendiendo a las últimas cifras publicadas por Eurostat coincidentes con las elaboradas por el Instituto Nacional de Estadística, la renta media europea en 2016, alcanzaba 28.900 euros correspondiendo a Luxemburgo, Austria, Holanda, Alemania, R. Unido y Francia los niveles más elevados mientras que Bulgaria y Rumania figuran en los vagones de cola. Por lo que respecta a nuestro país, el registro se sitúa en 23.970, similar al alcanzado hace tres años, que representa el 90% de la renta media europea, destacando las regiones de Cataluña, Madrid, País Vasco y Navarra, cuyas cifras están por encima de la media española e, incluso, de la europea, ocupando los últimos lugares, como ya viene siendo tradicional, Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía, comunidad donde nuestra provincia ocupa una de las últimas plazas tanto a nivel local empeorando esta posición en comparación con los registros medios del país y, obviamente, con la media europea.
Si efectivamente tomamos como referencia estos datos para medir el bienestar socio-económico de nuestra provincia debemos aceptar, una vez más, que nuestro nivel de desarrollo se aleja mucho del que pueden disfrutar otros habitantes de nuestro país, sobre todo si, por ende, estos datos coinciden con una situación de crisis económica coyuntural como la que estamos sufriendo por lo que, en principio resulta más que lógico que, por una vez, las administraciones públicas, Estado y Comunidad, de las que dependemos a estos efectos, a parte de nuestra propia atonía y acomodada contribución productiva, vuelquen su acción de gobierno tratando de derivar hacia estos territorios más desfavorecidos medios presupuestarios extraordinarios para tratar de paliar estas insostenibles desigualdades. Sin embargo resulta irritante que se proclame con todo énfasis unas inversiones extraordinarias para Cataluña cuando en nuestra provincia para finalizar un museo, unas autovías, un hospital etc., debamos esperar quince presupuestos anuales para completar proyectos básicos que otras regiones disfrutan desde hace muchos años. No parece que debamos considerar, en este caso, justa esa discriminación permanente que las diferentes administraciones otorgan a nuestra provincia.
Permítanme, para concluir, que utilice un tanto acomodadas las palabras que la nueva dirigente del PP valenciano hacía al presidente del gobierno el sábado último: “ Te pedimos justicia para esta tierra: financiación, terminar los sempiternos proyectos inacabados y nuevas inversiones”. Creen ustedes que es mucho pedir?.