Por ANTONIO DE LA TORRE OLID / “El tiempo pone a cada uno en su sitio”, me dijo hace un tiempo un buen amigo, al que hoy le devuelvo el deseo, que de hecho ya se está haciendo realidad, caído por su peso, porque sé que lo principal que le mueve en la vida es su vocación social. A sensu contrario, el refranero también tiene su píldora para los casos opuestos, en tantas ocasiones en que “A cada cerdo le llega su San Martín”, aunque parece que en esas situaciones se demora más y algún día podríamos referirnos a algunos de ellos, pero no merece la pena dedicarles mucha atención.
Este asunto en lo personal viene al caso para equipararlo en lo social, cuando nos referimos a la trayectoria de una persona, por ejemplo al poso que deja en la memoria colectiva como una especie de aval, el que es conocido en su pueblo durante años; o como si fuera una tarjeta de visita, en el caso de un profesional.
Hablamos pues de la credibilidad, que a lo que nos ocupa hoy, supone un valor añadido alude tanto a los medios de comunicación, pero en especial al presentador de sus informativos. El tema ha vuelto a la actualidad con motivo del relevo de Pedro Piqueras en los de Telecinco, sustituido por Carlos Franganillo, procedente del prime time de TVE, que a su vez ha sido sustituido por Marta Carazo.
Decimos valor añadido de nuevo en parangón con las entradas en redes sociales, por mucho que supongan un canal de recepción de información, a los que no obstante, más allá de una responsabilidad ética con su sociedad a la hora por ejemplo de expresar la verdad, ni siquiera eso es obligado para quien las utiliza a título personal (pero allá ellos).
Cuando sí se trata de noticias o artículos que proceden de perfiles de medios informativos o se emiten o publican en los propios medios, tienen una exigencia de responsabilidad y un plus a la hora de cuidar un trazado discursivo, un contraste, con mesura, sin sacarlas de contexto y una forma de hacer y presentar los asuntos desde la profesionalidad. E insistimos en que, pese a que para muchos jóvenes por ejemplo, las redes sociales son su principal fuente de información, como lo es en menor medida para otras personas, aún son millones las que a diario consumen muchas horas de televisión.
Prima facie, esos presentadores ponen rostro a todo un conglomerado de trabajo que no se ve, pero ellos mismos aportan como guinda una ejecutoria durante mucho tiempo. Y eso ocurre tanto en el ámbito televisivo como en el caso de quien nos habla desde las ondas, en una tertulia o al que leemos en las páginas de un periódico o de un digital. Entre otras cosas, la audiencia les va en ello.
Sin embargo no siempre está ocurriendo así, en determinada forma de presentar las cosas en algunos informativos o en cabeceras. Cabría resignarse y no combatirlo ni exigirlo, pero podríamos rebelarnos a esa realidad e inducirse de varias maneras.
Una de las más habituales es la propia crítica de medios -que los haría ser más autoexigentes-, un género que sin embargo ha venido a menos en los últimos años. Ya saben, esos artículos en los que -cual ombudsman o defensor del lector-, sobre todo en las páginas de televisión de los periódicos, un profesional venía a poner blanco sobre negro en la ejecutoria de los últimos días en las informaciones de su propio medio o en los de la competencia. Ya decimos, hubo y hay por supuesto crítica de cine, del histriónico Carlos Pumares al borde de Carlos Boyero o el paisano Javier Ocaña. Y hubo y hay crítica literaria, siempre han sido fascinantes contenidos de Babelia o ABC Cultural. Pero poca crítica de medios.
En el caso de la crítica de informativos y de columnistas, últimamente es un bien escaso, hay un miedo propio del ambiente político generalizado. Apenas lo hace analizando el columnismo algún valiente como Idafe Martín, que escribe para El País, si bien lo hace desde Bruselas, donde trabaja como corresponsal de Clarín. O lo hace en la crítica televisiva también aisladamente en El Periódico de Catalunya y cada viernes en Julia en la Onda de Onda Cero, Ferrán Monegal.
Este déficit obedecerá a buen seguro a ese lugar común que dice que, entre periodistas, no se pisan la manguera (no se meten en lo sin coger, que se diría en Jaén); o a que perro no come perro, otro aserto entre periodistas, que convertido al afirmativo, dio título al libro de Jorge M. Reverte dedicado a esta especie de corporativismo profesional.
Otra vía para presionar en esa exigencia lo sería a escala de empresa editora. La reputación corporativa de cualquier empresa se mide en las del ámbito de los medios de comunicación desde esa misma credibilidad. Y como el informador o el columnista pueden ser héroes jugándose el tipo si contrarían a sus jefes, pero por un día, lo importante es que trabajen en un contexto de libertad y en particular en el caso y desde la obligación que ello representa para los canales públicos.
Si bien esto no se observa en particular en las cadenas autonómicas, sí que merece reseña el por qué se consigue en parte en RTVE. De manera singular se debe a los mimbres que se pusieron desde el Gobierno de Rodríguez Zapatero, con la creación de un Comité de Sabios, que propició una reforma legal que dotó de un nuevo mecanismo de elección de la presidencia y del consejo de administración del ente desde un mayor consenso, la creación de una Corporación, el saneamiento de su financiación, un contrato-programa, la limitación de la publicidad y exigencias propias de un servicio público de programación de calidad y fomento de la producción propia, española y europea. Todo es perfeccionable, la BBC cuenta con una Carta Real que la dota de independencia y financiación y no sólo con un consejo de administración, sino con el BBC Trust o consejo asesor.
En definitiva, bien por la vía de la crítica, bien por la vía de las exigencias a las empresas editoras, pero hay que hacérselo mirar y son necesarias algunas medidas higiénicas en el panorama nacional. Y hacerlo extensivo este ruego de credibilidad sin duda a responsables en todos los ámbitos de nuestra sociedad actual.
Postdata: hablando de credibilidad y de la temática que nos ha ocupado, enhorabuena en el momento del relevo a Manuel Palomo y a todo el equipo presente y pasado de Radio Jaén.
Foto: Reciente relevo en los informativos de Telecinco. De Pedro Piqueras a Carlos Franganillo.