Por IGNACIO VILLAR MOLINA / En los albores del nuevo año resulta obligatorio ampliar nuestra perspectiva sobre el posible desarrollo de la situación económica en este período. El escenario actual, lleno de incertidumbres, no muestra una trayectoria clara que nos ayude a trazar las coordenadas por donde debemos conducir nuestra economía particular, porque ese proceso está altamente supeditado a circunstancias que escapan de nuestro control y pueden ser determinantes en nuestro bienestar socio-económico. Dos aspectos globales destacan como referencias indispensables: por una parte si las principales economías conseguirán que el proceso de aterrizaje que muestra la actividad económica mundial se producirá de forma suave, como sería su deseo, o, por el contrario, entraremos en un proceso de recesión; y, por otra lado, quizás más próximo a nuestras inquietudes financieras, si se confirma que la evolución del nivel inflacionario, clave que sustenta la toma de decisiones de los bancos centrales, especialmente en cuanto se refiere a la regulación de los tipos de interés, se sitúa definitivamente dentro de los límites deseados, lo que les facilitaría el margen necesario para abordar sucesivas rebajas de los mismos en los próximos meses.
A falta de un marco macroeconómico cierto con datos concluyentes, abundan las previsiones estimativas que pretenden crear ese panel indicativo que faciliten a los hogares conformar una planificación adecuada, aunque durante el año deban ir adaptándola a la realidad de los datos reales que se vayan produciendo. Así, estas previsiones, en lo referente a esas variables más determinantes, vaticinan para nuestro país un crecimiento del PIB (Producto Interior Bruto) para este año entre el 1.4-1.6%, después de que esta tasa, según la mayoría de las estimaciones, haya finalizado en el pasado año, en el entorno del 2.4%. Sin embargo todavía este registro fundamental tendrá que compartir cabecera con la tasa inflacionaria que se erige como uno de los grandes lastres para el crecimiento, a pesar de que 2023 ha cerrado con una considerable reducción hasta el 3.1%, mientras que la subyacente escaló hasta el 3.8%, y que, para este ejercicio, el Banco de España, la estime en el 2.3%.
Precisamente, a este respecto, el Gobernador del Banco de España ha manifestado recientemente: “la reducción paulatina mostrada por la inflación es de esperar que se extienda en su tendencia descendente hasta converger con el 2% en 2025, ya que en el 2024 el descenso será más lento. La cuestión es por cuánto tiempo será necesario mantener los tipos de interés antes de iniciar una rebaja gradual en un contexto de alta incertidumbre. Conviene recordar que el crecimiento económico en la eurozona ha pasado del 3.4% en 2022 al 0.6% en 2023, y que la perspectiva para 2024 es del 0.8%”. En este contexto, tan incierto y complejo, la proyección de las cuentas de los hogares para 2024 resultan un tanto aleatorias y no exentas del riesgo de que las previsiones que hemos comentado sufran serios desvíos que puedan alterarlas, por lo que parece adecuado mantener un determinado margen de cautela para afrontar situaciones imprevistas.
En este escenario resulta conveniente aportar algunas consideraciones sobre las variables más destacadas. En primer término el elemento fundamental de cualquier planteamiento familiar debe estar condicionado al nivel de los ingresos totales de la unidad familiar. A este respecto cabe exponer que sueldos y pensiones permitirán en este año recuperar paulatinamente poder adquisitivo en virtud, por una parte de que el pacto salarial firmado por patronal y sindicatos recomendaba un incremento general del 3% al que se añadiría un 1% adicional si la inflación en 2023 superaba el 3%, cotas que, incluso han sido superadas en los convenios firmados por numerosas grandes empresas. Otros incrementos, incluso superiores, se han extendido a algunos colectivos como el de las pensiones, aunque el de los funcionarios se haya limitado al 2.50%; y por otro lado hay que tener en cuenta las consecuencias que se pueden derivar de las modificaciones de los tipos de interés, aspecto que puede concernir a muchos hogares españoles, especialmente a aquellos que sean titulares de una hipoteca en vigor. Ateniéndonos a las previsiones señaladas al respecto sería factible esperar que durante este año se produjeran algunos recortes, que en algunos foros se concretan en tres tramos: Junio, Septiembre y Diciembre, en los que se materializarían en cada una de las mismas una rebaja del 0.25%, para finalizar el año en el 3.75%. No obstante lo realmente determinante será cómo incidirán en el Euribor a doce meses (principal referencia a la que están supeditadas las revisiones de las hipotecas a tipo variable), estas posibles variaciones pues este índice ya ha experimentado una rebaja sustancial, basada en la lectura que los mercados financieros están haciendo del control de la inflación y la consiguiente seguridad de la futura evolución bajista de los tipos oficiales del BCE, lo que ha permitido cerrar el mes de diciembre del pasado año en el 3.679%, lo que supondrá una disminución de la cuota a pagar en las sucesivas revisiones, que ya tendrán reflejo en la de este mes de enero para las convenidas a seis meses y en el mes de abril para las revisiones a un año.
Otro aspecto fundamental en el contexto particular de cada hogar estriba en la estabilidad del empleo. Es verdad que el mercado laboral español en 2023 alcanzó un nivel no registrado desde 2007, sin embargo el tamaño de las empresas y la tremenda dependencia que mantiene la economía española con el sector servicios, y concretamente con el sector turístico, puede generar posibles riesgos en lo relativo a la continuidad y temporalidad en el trabajo, aunque los expertos auguran el mantenimiento del buen tono del empleo actual.
La atención puntual al pago de los plazos tanto de los préstamos hipotecarios como de otros endeudamientos, guarda especial conexión con la posibilidad y la conveniencia de realizar un ahorro previsto en consonancia con la capacidad de cada hogar. No se ha modificado, sin embargo, la muy baja propensión al ahorro de los hogares españoles, quizás influidos por unos niveles de renta inferiores con respecto a otros países de nuestro entorno, ya que según encuestas publicadas, el 57% de las familias no consiguen este objetivo. En cualquier caso, siendo la meta pretendida el retorno de los capitales ahorrados, un aspecto esencial, en su caso, es que la decisión de la inversión de los mismos debe estar condicionada por la seguridad de su recuperación y por el horizonte temporal que preveamos no necesitar ese efectivo. En cualquier caso, tanto en el planteamiento del plazo como en el destino de la inversión de los ahorros, sería conveniente recurrir a un asesor independiente que nos permita conseguir los objetivos deseados de seguridad y rentabilidad en consonancia con nuestro perfil y conocimientos financieros.
La facilidad, la comodidad y la flexibilización del uso de las tarjetas de crédito a veces puede entrañar riesgos en el control del presupuesto, sobre todo si tenemos en cuenta que al disponer de un límite preconcedido puede resultar tentador gastar más de lo contemplado en el mismo, especialmente si los excesos son cuantiosos, lo que puede derivar en una situación indeseada capaz de descuadrar nuestros planteamientos financieros.
La economía española, a falta de la confirmación del incremento de la actividad económica hasta el 2.4%, ha tenido un desarrollo muy positivo en 2023 aupado, como motores de crecimiento, por la demanda interna y el turismo y por el apoyo del sector público que han compensado la menor demanda exterior, a pesar de que la renta per cápita se ve relativamente estancada. Todo parece indicar, sin embargo, que, a pesar de que en los últimos meses ya se ha dejado sentir un enfriamiento de la actividad, 2024 podrá deparar un arco aceptable para la buena continuidad de las economías de los hogares, pero sin olvidar que las tremendas incertidumbres geopolíticas a las que estamos supeditados añaden un grado importante de incertidumbre para el futuro.