Se avecinan congresos y las aguas bajan revueltas. En todas las casas se cuecen habas y en esto de la cita con las urnas, hay mucha tela que cortar, y el partido que esté libre de manipulación interna, que tire la primera piedra.
Lo cierto y verdad es que quien hace la ley, hace la trampa y en ninguna formación política vence el que convence, sino el que manda. En Podemos y en el Partido Popular, en Ciudadanos o en el PSOE, es el “aparato” el que mueve los hilos y mece la cuna. Que nadie saque pecho ni intente dar lecciones de democracia, porque cuando de conservar el sillón se trata, todos han asistido a los mismos cursos de formación.
En el Partido Popular de Jaén ha saltado la sorpresa y cuando parecía que todo era armonía en torno al líder (atrás quedaron los díscolos del pasado), los que menos mandan para el que manda han dicho ya basta. El congreso provincial que se avecina se presenta movido, porque al Presidente le ha salido alternativa. Hartos de estar hartos han decidido levantar la mano y razón, créanme, no les falta.
Tras décadas dando la cara en cada uno de sus pueblos, siendo leales y defendiendo las siglas por encima de todo, tragando saliva en muchas ocasiones, pero sin sacar los pies del plato en ninguna de ellas, han decidido aspirar legítimamente a gobernar el Partido Popular de Jaén.
Pero a ellos, que representan la sucesión natural les ha salido un rebelde, que no es otro que el Presidente. Sí, digo bien, el Presidente se ha rebelado, primero contra los Estatutos recién aprobados y ha pedido ser la excepción a la regla. Segundo, frente a la renovación que a él mismo hace dieciséis años le llevó a alcanzar la presidencia con apenas treinta años.
Se resiste a facilitar una transición y aspira a otros cuatro años (sumaría veinte), impidiendo que en la provincia se produzca el relevo que él mismo debió propiciar hace ya más de un mandato. Quienes han presentado su candidatura son hombres y mujeres que cuentan con una dilatada experiencia municipal, algunos de ellos han sufrido reveses duros en sus pueblos y no pocos han tenido que sufrir al potente PSOE de Gaspar Zarrías.
Pero han estado ahí siempre, han sacrificado tiempo de sus negocios, de su familia, de sus amigos, muchos de ellos han puesto su propio dinero para las campañas electorales, para mantener las sedes locales, para viajar a los congresos, a Sevilla o a Madrid. Han llenado autobuses para asistir a mítines en “la capital” o en cualquier punto de Andalucía. Han trasnochado para pegar carteles y han repartido miles de papeletas en todos estos años.
Y lo más importante, han ganado. Muchos de los que aparecen en las fotos que se publican estos días han ganado las elecciones en sus pueblos, porque les han votado sus vecinos. Tienen el respeto y la confianza de sus paisanos para gobernar sus pueblos, en una provincia difícil para el Partido Popular donde las haya.
Pero les ha salido un Presidente rebelde que no les va a facilitar el camino de la renovación y que, a buen seguro, les ganará el congreso porque se considera imprescindible. Lástima, porque bien es sabido que todos los cementerios están llenos de hombres imprescindibles, y que en eso nadie es una excepción. Los de los “patucos”, como ellos se llaman, son gente honrada y trabajadora, que pueden aportar mucho al futuro del Partido y estoy absolutamente convencida de que sabrían darle, incluso, su sitio al actual Presidente si él mismo propiciara la transición. El Presidente Regional aspira a que se alcance un acuerdo, y eso, ciertamente, sería lo más deseable, siempre y cuando, claro está, ese pacto, por higiene democrática, pasara por parar el espectáculo y cederles el testigo, con la misma normalidad con la que se cedió en el año 2000, a quienes legítimamente y por derecho propio lo reclaman, porque a veces una derrota, se convierte en