( En el 45 aniversario de la Constitución )
Por JULIO PULIDO MOULET / Nuestra Constitución, con todo lo que tiene de malo según algunos, nos ha proporcionado cuatro décadas y media de paz y progreso que la convierten en la más duradera y eficaz de cuantas ha tenido nuestra nación a lo largo de su dilatada Historia. Otras dieron paso a enfrentamientos saldados con sangre y división. Y aunque no pasa por su mejor momento y es posible que necesite adaptarse al vértigo cambiante de los tiempos, por ahora, cumple perfectamente su sagrada misión de articular los deberes y derechos de los ciudadanos a pesar de que la rabiosa actualidad no nos trae augurios de sosiego ni certezas de tranquilidad. Por la sencilla razón de que quienes han de interpretarla lo hacen pensando en su propio beneficio y no en el común de todos los que nos alojamos bajo su paraguas. A eso se une la mediocre, por no decir ínfima, preparación y aptitudes de los que por su cargo deben ser sus garantes. Porque la tropa dirigente, salvo honrosas excepciones medibles con los dedos de una mano, no están a la altura cultural y a veces moral de lo minimamente exigible en los que hemos dado en llamar padres de la Patria. Con padres así las familias, en este caso políticas, se desavienen con la misma velocidad con la que desaparece un dulce en el patio de un colegio. Veamos lo antedicho con nombres y apellidos.
Hace escasamente diez años irrumpe en una tele de orientación derechista un joven con coleta y buena labia que, recomendado por Rajoy a esa cadena, minaba con sus comentarios al partido socialista y decía todo aquello que a gente de buena fe y escaso conocimiento político les gusta oír en tiempo de crisis (en ese tiempo todavía estaba en pleno apogeo la crisis iniciada en 2008). Pero ese joven y sus adláteres amamantados en la Complutense que presidía el hijo de Santiago Carrillo, tenían clara una hoja de ruta que por encima de cualquier cosa tenía como pretensión la ruptura del bipartidismo reinante. Para afianzar su idea divisoria, un joven catalán que hasta ese momento pilotaba un partido asentado en Cataluña, da el salto a Madrid y al resto de España. Es en ese momento cuando cambia el tablero político y se agitan las aguas de lo público tras la llegada a la arena pública de esos dos partidos. Ítem más, al rebujo de esas novedades los independentistas vascos y catalanes redoblan su presencia sin que nadie o más bien tarde y mal descubra sus intenciones separatistas. Las peripecias electorales del 16 y el esperpento de la declaración de independencia del 17 en Cataluña precipitan los acontecimientos. A saber…Ciudadanos rechaza formar gobierno con Sánchez y su líder Rivera se diluye como azucarillo. Iglesias negocia con catalanes y vascos, Otegui incluido, una moción de censura que el cachazas de Rajoy no vio venir o no supo atajar. Es Pablo Iglesias el que hace presidente a un Sánchez al que años atrás en el famoso comité federal de la cortina y el puchero, sus compañeros lo dejaron seguir en el partido. Craso error. Iglesias se convierte en el hombre fuerte, pasa de casta vallecana al casoplón de Galapagar, se convierte en vicepresidente, su pareja en ministra y en otro alarde de uso y abuso del mando designa sucesora a Yolanda Díaz, personaje que venía de Galicia tras trepar y dejar cadáveres políticos por el camino. Iglesias fracasa en las autonómicas de Madrid y se retira de primera fila. Curioso que quien eleva a Sánchez y Yolanda al estrellato haya pasado a la nada, su compi a menos de nada y a día de hoy su partido en un coletazo de cinco diputados se aleja de Sánchez y Yolanda y forma grupo propio en el Congreso. ¿Será el comienzo de una venganza?
Segunda entrega de mediocres. Los meapilas del PNV, cinco días antes de la defenestración de Rajoy le aprobaron los presupuestos. Cinco días después al estilo de la Roma de Julio César, lo traiciona y se van con Sánchez porque tienen claro que la ambición de poder que le caracteriza les servirá para sacar para su amada Euskal Herria pingües traspasos, competencias ampliadas y millones a paletadas creando y ahondando en pisotear eso tan bonito que dice la Constitución de que todos iguales….ja.
Y si dejamos a estos angelitos y cogemos a los indepes catalanes nos plantamos en la actualidad vigente. Sánchez viendo que su crédito baja, les concede indulto, rebaja la sedición a disturbios callejeros y se afianza en que de ahí no pasa. Sus ministros y los que le mueven el brasero salen en tromba a decir que amnistía nunca, porque no cabe en la Constitución. Penoso es ver esos vídeos de Montero, Bolaños, Patxi, Ábalos, el propio Sánchez y otros insultando nuestra inteligencia y tratando de decir que ahora, tras las elecciones de julio, ahora sí cabe la amnistía porque para lograr su investidura necesitaba los 7 votos del inquilino del maletero de un coche cuando picó espuelas y se piró.
Y no crean que al otro lado de las aguas sus conspicuos representantes no hacen también alarde de mediocridad. Ver al tal Ortega Smith llamando gallinas sin gallo a los peperos da idea exacta de su altura intelectual. Intuir que no es que le gustara la fruta a la presidenta de Madrid sino que lo llamó hijoputa – a Sánchez- en las mismísimas Cortes, también es una buena muestra de educación parlamentaria. Tampoco es de recibo oír al nuevo portavoz del PP decir al presidente que saldrá en otro maletero. Y en fin, que nada hemos oído de autocrítica de Feijóo acerca de por qué no ganó con suficiencia las elecciones cuando lo tenía tan a favor.
En resumen…esta colección de personajes es la que nos gobierna o aspira a hacerlo en un futuro cercano. Trileros, fulleros, mentirosos compulsivos, traidores a su palabra, traidores a las leyes, manipuladores de instituciones, desvergonzados sin el mínimo pudor. Medianías en las alturas, lo que nos viene a decir cómo son el resto de escalafones.
Esta tropa hoy han celebrado los 45 años de la Constitución. Habrán pronunciado discursos elocuentes, soflamas de patriotismo, llamadas a la convivencia…
Y como ya no puedo más, quiero invitaros a soltar una sonora carcajada al tiempo de invitarlos a que no maltraten más ni a las frutas ni a las madres.