Es verdad que en Jaén nos movemos por impulsos y que el documental de National Geographic ha tenido un efecto benéfico, el de ponernos las pilas a los jienenses, por lo menos a los ciudadanos, estoy menos convencido de que pasados unos días haya prendido en el ánimo de los políticos, que funcionan con otros parámetros. He leído hoy en el Diario Jaén que nadie se rasga en principio las vestiduras para plantearse si finalmente la Ciudad de la Justicia tiene que ir o no, sobre el lugar donde se encuentran unos yacimientos arqueológicos de extraordinaria importancia para nuestra capital. Hace unos días los primeros que opinaron al respecto fueron los hoteleros jienenses, que suelen estar muy al tanto, porque les duele Jaén, de todos estos movimientos. Aprovecho para hacerme la misma pregunta, ¿y por qué no se cambia de ubicación la Ciudad de la Justicia y se le da a los hallazgos de Marroquíes con un parque arqueológico o lo que corresponda, la dignidad que merece, al encontrarse datada en parte en este lugar la antigüedad de Jaén? Ya no se puede hacer nada con lo que se haya perdido bajo tierra cuando el boom inmobiliario inundó de edificaciones toda esa zona de la Expansión Norte, que por cierto es un agradable barrio jienense.
Si se cambia de planes, que es algo por lo que también abogo desde este momento, porque no podemos ni debemos renunciar a desconsiderar un yacimiento de tan alto valor como nos acaba de indicar National Geographic y de lo que ya nos habían advertido expertos locales, tanto de la Universidad como de fuera de ella, aunque le prestáramos tan escasa atención, lo cierto es que por esta vez llegamos a tiempo, y esto gracias a la extrema lentitud con que la Junta se toma los proyectos de Jaén, que en esta ocasión nos beneficia, no hay mal que por bien no venga. Se puede buscar un lugar adecuado para la Ciudad de la Justicia donde no existan en lo posible dificultades con la riqueza arqueológica y el yacimiento puede exhibirse como un importante blasón.
Al fin y al cabo la Ciudad de la Justicia que debería construir el gobierno andaluz y que lleva muchos años en lista de espera, ni ha llegado ni parece que figure entre las prioridades, a pesar de que los profesionales de la Administración de Justicia que desempeñan su tarea en la capital lo reivindican constantemente para unificar tantos servicios dispersos y ahorrar un gasto anual enorme en alquileres de numerosas sedes judiciales, con todo lo cual ni se atiende a la facilidad para el trabajo de los profesionales ni tampoco es beneficioso para los ciudadanos. De hecho es la reivindicación pendiente desde hace veinte años en especial de los titulares de la Audiencia y de los decanos del Colegio de Abogados.
Creo que lo que corresponde en este caso es que la Junta inste el Ayuntamiento a que ceda unos terrenos en lugar que se considere idóneo. A este trámite normal entre administraciones es al que le temo, porque en principio debería ser relativamente sencillo, pero la experiencia dice que cada vez que se hace un intento parecido se entra en una aventura de complicado pronóstico. Al margen de este proceso, que debería ser también viable, creo que la ciudad debe estar en disposición de favorecer el cambio, con el que ganaremos todos, especialmente la capital que gana infraestructuras, pues además de construir algún día una Ciudad de la Justicia, consigue conservar con la suficiente dignidad, con un proyecto ambicioso que pueda servir de reclamo cultural y por supuesto para el turismo, esos restos calcolíticos que menos mal que en buena hora nos los han metido agradablemente por los ojos, porque antes o no supimos o no quisimos enterarnos de que eran un diamante en bruto que tenemos que incorporar desde ya mismo a los otros motivos de orgullo que nos proporciona el patrimonio de esta ciudad.
Imagen: Recreación del proyecto que pretendía ser en Marroquíes la Ciudad de la Justicia (Paredes-Pedrosa)