Por INMACULADA HERRADOR LINDES / En el año 2015 los 193 Estados Miembros que componen las Naciones Unidas se pusieron de acuerdo en que se debían de poner medidas para que en el futuro tuviéramos un planeta en el que se garantizara el acceso a los recursos básicos y al empleo digno a las personas, en el que no hubiera población que pasara hambre o se mal alimentara, en el que se contara con adecuados sistemas de salud, en el que la educación fuera de calidad e inclusiva, en el que no existiera discriminación ni violencia de género, en el que se garantizara el acceso al agua potable, en el que la energía fuera asequible y no contaminante y en el que se protegieran los ecosistemas terrestres y marinos, pero también a las personas.
Todos estos desafíos, y otros muchos más, se recogieron en un plan de acción, para los gobiernos, pero también para las empresas y para la ciudadanía, que se denominó Agenda 2030 y que recoge los consabidos 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Pues bien, si lo que pretende esta agenda es que tengamos un mundo más justo y más sostenible desde el punto de vista económico, social y medioambiental ¿por qué existen detractores?
Algunas de las preocupaciones y argumentos que plantean los que la critican incluyen desde la cesión de la soberanía nacional, hasta el control político y económico global por parte de instituciones internacionales, pasando por el coste de implantación de la agenda, la reducción de la libertad individual o por teorías conspiranoicas que afirman que la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible es parte de un plan más amplio para establecer un nuevo orden mundial o un vehículo para promover ciertas ideologías o agendas políticas.
Estos argumentos han sido ampliamente refutados por personas expertas en desarrollo sostenible y no están respaldados por ninguna evidencia sólida.
La Agenda 2030 es el resultado de un proceso de consulta global, que duró varios años, y fue adoptada por consenso de todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas, independientemente del color político de sus gobiernos. Representa un esfuerzo colectivo para abordar los desafíos globales, que son muchos, y promover un desarrollo sostenible en beneficio del planeta, pero sobre todo de las personas.
No veamos en esta agenda lo que no es y ayudemos con nuestras acciones a que en 2030 estemos más cerca de alcanzar los objetivos que en ella se plantean. Sin duda, nos irá a todos y a todas mejor.