La verdad es que me había hecho a la idea de que la concentración del mediodía de hoy contra el “desmantelamiento progresivo” del ferrocarril, convocada por el comité de empresa de Adif, fuera una demostración contundente del malestar de toda una provincia por la pérdida de trenes, pero he quedado muy decepcionado porque ha estado muy limitado a políticos y sindicalistas, en algunos casos con apoyo exterior, de Granada se ha visto, que en todo caso se agradece, y con algunas excepciones de personas comprometidas y preocupadas por este problema, pero lo que realmente necesita el poder para sentirse concernido es ver a miles de jienenses en la calle clamando en favor del ferrocarril. Y esto lamentablemente no ha ocurrido, apenas e ha contado con un centenar de personas.
La hora, doce de la mañana, aparte de la tradicional apatía histórica que nos caracteriza, no estaba pensada para una manifestación popular, pero este tipo de acciones son de escasa eficacia cuando no responden a la realidad del problema, más aún cuando entre los presentes a la concentración había políticos y sindicalistas que no han movido un dedo en el proceso de desmantelamiento del ferrocarril en la provincia y ahora se apuntan desde un prisma meramente partidista y de oportunidad. En resumidas cuentas, mucho ruido y poca gente para clamar por el ferrocarril, demasiadas banderas para una protesta que esperábamos más contundente, en función de que el tren nos ha vuelto la espalda y la actitud de Jaén tiene que ser de firmeza y de exigencia, incluso de ultimátum. No es siquiera una crítica, es más una advertencia para ADIF y la plataforma que acaba de hacer para que no fracasen en futuras actuaciones.
La fuerza de la convocatoria venía avalada por los propios datos ofrecidos por los convocantes, que en absoluto nos pueden ser indiferentes. ¿Cómo se puede aceptar que en los últimos 25 años se hayan perdido en la provincia el 95 por 100 de los trenes? En Linares ha habido varias manifestaciones numerosas, en Jaén el panorama suele ser diferente, pero tampoco se ha puesto fácil. Nos consta que hay miles de jienenses que estarían deseando alzar su voz contra los servicios ferroviarios que han de padecer. No ha sido posible. En esta ciudad hay que darlo todo muy mascado, pueden salir 2.000 personas buscando soluciones para una empresa como es el Real Jaén, con todos mis respetos, pero del ferrocarril nos quejamos todos pero dejamos que sólo se ocupen unos pocos.
A la hora de señalar fracasos objetivos de la política y de los políticos para con la provincia de Jaén, uno de los ejemplos más elocuentes y al mismo tiempo más sangrantes lo constituye el hecho de que esta es una de las poquísimas provincias españolas que se quedó hace tiempo de espaldas al ferrocarril, literalmente. La sociedad provincial no movió un solo dedo, por supuesto tampoco se inquietó el conjunto de su debilitada musculatura política, para seguir con la secular tradición, hasta el punto de que en la década de los ochenta fueron desapareciendo servicios ferroviarios hasta condenarnos al ostracismo. Y todo por la vía preferente, la de los hechos consumados.
La estación de Linares-Baeza dejó de ser un referente del movimiento ferroviario nacional, una encrucijada que suponía un plus para nuestro territorio, y a las instalaciones de la capital, casi al mismo tiempo que se producía una fuerte inversión municipal que hemos estado pagando hasta hace poco, con la esperanza de darle rentabilidad y tener no digamos ya trenes AVE ( flaco favor del gobierno de Felipe González de no hacer que pasara por territorio jienense y total apatía de los parlamentarios y direcciones políticas de entonces) sino servicios dignos, con algún que otro Talgo, lo único que le queda es cerrar por liquidación porque mantiene escasos servicios que más que comunicar alejan, en régimen tercermundista, a una ciudad que aboga por ser igual que las demás, pero a la que se le niegan los recursos.
No existe ni una sola razón que justifique este desprecio al desarrollo ferroviario de la provincia, por lo que objetivamente se puede criticar la sumisión de nuestra clase política a los planteamientos de Renfe y de los gobiernos de turno. De poco sirvió la plataforma creada hace años en el seno de la Cámara de Comercio, que finalmente no cuajó porque los dos grandes partidos nacionales asumían posiciones diferentes según estuvieran gobernando o en la oposición. En unos casos, ambos dos, defendían o criticaban unos Presupuestos Generales siempre mezquinos para Jaén, o trataban de justificar lo injustificable de la presencia objetiva de esta provincia en los últimos lugares de renta y de estadísticas de desarrollo. La cuestión es que seguimos con la asignatura pendiente del tren, que ha sido siempre el gran enemigo de Jaén, el tren y los políticos sumisos de esta provincia, y que de nuevo vuelven a surgir plataformas y colectivos que reivindican unos trenes dignos del siglo XXI para Jaén, pero esto ya no se puede hacer de la manera tan tímida con que se hace aquí.
La presidenta de la Junta ha hablado hace poco en el Parlamento de las reivindicaciones ferroviarias en Andalucía y para nada ha nombrado a Jaén. Si queremos que nos escuchen hay que hacer oír la voz, colocarnos previamente en el mapa de la exigencia. No pedimos nada que no sea justo y digno a la altura del tiempo en el que estamos. En este asunto en concreto hacen falta menos palabrería y más hechos que demuestren con toda naturalidad y civismo, pero con una contundencia que no admita dudas, que no nos sirve más que la decisión de dar a Jaén los servicios ferroviarios que nos robaron y que merecemos. Ni más ni menos.
Foto: Una imagen recogida de las redes sociales de la concentración de esta mañana. Juzguen ustedes mismos.