A estas alturas de la película pensar que José Enrique Fernández de Moya se tira a la piscina como si fuera un ingenuo o un mal informado, no me lo creo. Este fin de semana se ha publicado en algunos medios que hay un artículo en los estatutos del reciente congreso nacional del PP, en el que se dice que “Los presidentes, secretarios provinciales e insulares del partido, solo son compatibles con cargos de responsabilidad institucional en corporaciones locales y provinciales, en Parlamentos autónomos y el Senado”. Hasta aquí Fernández de Moya entraría en incompatibilidad, pero esa norma de los estatutos también indica que se establece un régimen de excepcionalidad, que tramita una oficina designada al efecto, si bien la última palabra corresponde al comité ejecutivo del PP y todo hace indicar que alguien que manda en dicho comité ejecutivo ya le ha dicho ¡adelante! y cuenta pues con el plácet correspondiente.
Es por esto que esta misma tarde Fernández de Moya trasladará su deseo al Consejo de Dirección provincial del PP, donde lo más probable es que no tenga mucha respuesta. De todas maneras lo que sí ha sorprendido son algunas informaciones en la prensa andaluza en las que se alude expresamente a que el asunto de las incompatibilidades corresponde a la decisión de Juanma Moreno. Si por Moreno fuera, al igual que por Arenas, es probable que el artículo de los estatutos se cumpliera a rajatabla, pero es de sobra conocido que el máximo poder se lo guarda Madrid y María Dolores de Cospedal es una buena avalista de Fernández de Moya, así es que me temo que Fernández de Moya será candidato a la reelección en Jaén sí o sí y no dejará el camino tan expedito.
Cuestión diferente son las alternativas, como la del alcalde de Porcuna, que tienen toda la legitimidad y todo el derecho. De modo que se presentan unos meses animados en el PP, por un lado las tensiones del aparato del partido, por otro la batalla interna para ver si es un paseo militar o una pugna más enconada.