Ha sido especialmente emotivo el acto de homenaje que la Universidad de Jaén ha rendido hoy a su exrector, Manuel Parras Rosa, con motivo de la imposición de la Medalla de Oro de la institución. El acto ha sido solemne y se ha distinguido por un amplísimo poder de convocatoria, pues a la representación bastante numerosa de la comunidad universitaria se le ha añadido una notable presencia de la sociedad civil. Han asistido las primeras autoridades jienenses y rectores y exrectores de otras universidades, y de alguna manera el profesor Parras durante este acto ha recibido en realidad lo que él ha sembrado con su implicación no ya solo como rector de la UJA durante ocho años, sino su facilidad para establecer relaciones y hacerse presente socialmente.
Muy acertada la laudatio que ha estado a cargo de un profesor de su departamento, Francisco José Torres Ruiz, que ha hecho un recorrido por la trayectoria del homenajeado, desde su procedencia de una familia humilde de Torredelcampo hasta el último de los éxitos logrados en su vida universitaria y como servidor público, subrayando entre sus cualidades su empatía y conciencia social, su dinamismo, optimismo e inconformismo para sí y los demás. Previamente la secretaria general de la Universidad, Olimpia María Molina, había dado lectura al acuerdo del Consejo de Gobierno por el que se le concedía al profesor Manuel Parras la Medalla de Oro de la Universidad que él ha liderado.
Muy emotivo el discurso del profesor Parras, especialmente cuando aludió a su familia y a las personas que han colaborado con él formando parte de sus equipos en la Universidad. Antes había recibido de manos del actual rector, Juan Gómez Ortega, el preciado reconocimiento, y durante varios minutos los asistentes aplaudieron como una señal de afirmación de la justicia del homenaje, aplausos que volvieron a reproducirse al término de la intervención del homenajeado.
Por su parte el rector, Juan Gómez, destacó los méritos de su antecesor y puso de relieve que Manuel Parras se ha ganado con creces el galardón y pasa a formar parte del selecto club de seis personajes que han recibido la máxima distinción de la Universidad de Jaén.
Tras este acto tuvo lugar un almuerzo en la Casería de Las Palmeras, igualmente con una gran presencia de asistentes. A los postres hubo varias intervenciones para sumarse al reconocimiento. Por su parte el rector, Juan Gómez, hizo entrega a Manuel Parras del símbolo que suele entregarse a las personas que reciben el título de “Natural de Jaén”, distinciones que creó el propio Parras y del que la UJA quiere que de esta manera participe el exrector como una expresión más de gratitud por su extensa labor al frente de la institución.
En definitiva ha sido una jornada para subrayar el carisma de Manuel Parras, su perfil universitario y de liderazgo, su valía como profesional brillante y su enorme capacidad para la implicación social. Solo podemos añadir lo que he escuchado al mediodía en la celebración, que ojalá en la provincia tuviéramos media docena de Manolos Parras. Con esto se dice todo.
UN TORRECAMPEÑO ILUSTRE Y UN RECTOR APASIONADO
Y esta es mi opinión del personaje, que es una ampliación del artículo publicado hoy en las páginas del Diario Jaén.
“La Universidad de Jaén rinde hoy homenaje al que ha sido el segundo rector de su historia, Manuel Parras Rosa, catedrático de Comercialización y Análisis de Mercados, que ha liderado la institución durante ocho años (2007-2015), los máximos que permiten las normas internas, dos periodos de cuatro años cada uno, en los que obtuvo un considerable apoyo de la comunidad universitaria.
El profesor Parras va a recibir la medalla de oro de la UJA, la sexta que se concede en los 23 años de su funcionamiento. Las anteriores, igualmente con buen criterio, fueron otorgadas al que fuera presidente de la Junta cuando se creó nuestra Universidad, Manuel Chaves; al entonces rey Juan Carlos I; al primer rector y mucho más que eso, Luis Parras, que cogió las riendas del más importante proyecto de futuro para la provincia y lo puso en órbita de manera acertada y brillante; al que fue consejero de Educación en aquella etapa, jienense por más señas, con el que sus paisanos siempre estarán en deuda, Antonio Pascual Acosta, como autor material del histórico logro; y a la Diputación Provincial, que ha sido un gran apoyo tanto para el recordado gran germen que fue el Colegio Universitario ‘Santo Reino’ como para esta Universidad con la que mantiene las mejores relaciones aparte de una leal y entusiasta colaboración.
La sexta medalla le va a ser impuesta hoy a Manuel Parras. Si su antecesor, el villariego Luis Parras, fue un artífice providencial, tanto como presidente de la comisión gestora como después en su tarea de rector, pues con su talante facilitó mucho el desarrollo de la etapa inicial de andadura, el posterior liderazgo de Parras Rosa ha dejado tras de sí una gestión marcada por la eficacia, para apuntalar el andamiaje de la que ya es y va a seguir siendo la más importante empresa de Jaén, protagonista de su necesario cambio mental y material, aunque los resultados no se vean aún completamente, porque necesita un cierto rodaje para imbricarse del todo en la sociedad y formar parte activa del progreso y desarrollo provincial, en lo que se espera que el papel de la Universidad sea visible y contundente. No hay que desesperarse, espero y deseo que todo eso llegará como han llegado tantas promociones de titulados que son la mejor expresión de su existencia.
Manuel Parras ha trabajado con entusiasmo para proyectar hacia fuera y hacia dentro una Universidad de calidad, ha sido también un rector apasionado por su tarea como buen jienense de pro que es, que se ha creído su labor y ha sabido transmitir y contagiar su entusiasmo, sobre el modelo universitario al que debemos aspirar para que la provincia figure en el mapa del conocimiento y además responda a lo que en nuestra comunidad se espera de ella. Ha sido un firme baluarte en la consolidación de los campus de Jaén y de Linares, al tiempo que ha promovido señas de identidad e ilusionantes proyectos estratégicos.
Una de sus iniciativas fue la de poner en marcha la distinción “Natural de Jaén” para reconocer biografías de jienenses destacados, profetas en su tierra, para buscar una mayor conexión con la sociedad y convertir a la Universidad en un referente de jaenerismo. Nombres como Tomás Palacios, el profesor López Barneo, Carmen Linares, Juan Eslava, Luis Berges…suponen el reconocimiento a estas personas que representan los valores del esfuerzo, del talento y del trabajo y que colocan a Jaén en lo más alto allá donde se encuentran. Todos, además, o casi todos, tienen un denominador común, se trata de personas que se han visto en la obligación de salir de su tierra para hacer una carrera profesional, pero se sienten orgullosos de su origen; justamente lo contrario que busca hoy la UJA, que es retener el talento con todas las armas a su alcance, que los mejores puedan quedarse, aunque para eso la provincia tiene que aprobar antes ciertas asignaturas pendientes.
Manuel Parras ha sido un magnífico rector en un momento crucial, porque además ha sabido capear las dificultades de la dura crisis económica y administrar la institución en unos años de asfixia, porque la Junta de Andalucía no ha cumplido con regularidad su compromiso de transferencia de recursos, y el Consejo de Gobierno con Parras al frente, tuvo que hacer verdaderos equilibrios para salir adelante tratando de causar el mínimo daño a la calidad de la tarea docente e investigadora.
Estoy seguro de que debió vivir momentos de angustia, pero ahí es donde se ha crecido el impecable profesional, que ha sorteado todos los obstáculos para no impedir el avance de la Universidad en fase de crecimiento, aunque fuera a costa de sacrificios, por ejemplo el proyecto de tanto atractivo como un Grado de Medicina que por ahora, esperemos que no eternamente, sigue en stand by; pero no se ha visto impedido gracias a su voluntad férrea y el cumplimiento estricto de su hoja de ruta, para poner el conocimiento y la innovación en el epicentro de un nuevo modelo de crecimiento socioeconómico equilibrado y sostenible en el tiempo, todo ello con el marchamo de la calidad y la prestación de servicios, para proporcionarle un sello distintivo propio, convencido de que la excelencia y la cercanía han de marcar el rumbo y la apuesta de la UJA.
El profesor Parras Rosa llegó al Rectorado luego de una trayectoria de grandes servicios, ya desde el vicerrectorado de Relaciones con la Sociedad, en su labor de profesor investigador, como responsable de la OTRI o como presidente del Centro de Tecnología del Olivar y del Aceite (Citoliva). Querido y respetado dentro y fuera de la Universidad, le tengo por una de las cabezas mejor amuebladas que ha dado esta tierra en responsables de proyección pública. Un hombre sensible a la realidad global del conjunto de la provincia, que conoce al dedillo su diagnóstico en todos los ámbitos, que sabe de sus fortalezas y debilidades, como se encarga de demostrar al frente del CES, y que está considerado como uno de los mayores expertos en el mundo del olivar y del aceite, que lleva años siendo la voz que clama en el desierto, llamando al despertar de un sector tan conservador que ha ido asumiendo sus consejos y hoy ya, gracias en parte a sus desvelos, empieza a reaccionar con paso firme y nuevas expectativas. Muchos de sus numerosos trabajos de investigación están referidos precisamente al estudio pormenorizado de la principal riqueza de la provincia.
Ha sido el segundo de tres rectores de la institución académica, tres personas distintas pero unidas por un proyecto único que está llamado a ser la tabla de salvación de Jaén. Ha dicho alguna vez que su labor, al suceder a Luis Parras, era no estropear la obra encontrada. Todo lo contrario, puso muy alto el listón, y, en efecto, mientras otros miraban al microscopio él, y todos los que tienen la misma responsabilidad que él, miraba con el telescopio. Orgulloso de ir sembrando, contento porque una Universidad todavía joven se asome a algunas listas de éxitos para celebrar con gozo y figure por ejemplo en el top ten en movimiento internacional, en términos relativos, con buena imagen a pesar de los agoreros, que los hay, y de los que desde la negatividad militante le siguen negando crédito porque parece que les resulta molesto que Jaén tenga una Universidad propia y que la exhiba con este alto grado de satisfacción y de conquista en favor de la igualdad de oportunidades. Consciente también de que la respuesta a las demandas de la provincia no será total mientras no aumente su capacidad de liderazgo social, de modo que no sea ajena a realidades tangibles como el paro, especialmente el paro juvenil, que en nuestro territorio es dramático, el problema número uno, con diferencia sobre el resto.
Manuel Parras es un ilustre torrecampeño. Ya saben la leyenda que tiene este pueblo, que destaca por la abundancia de personajes que le han dado fama y prestigio, y siempre consideración. Y no me refiero solamente a catedráticos de Universidad, que también, como es el caso, igualmente pienso en otras muchas facetas profesionales y por supuesto en modestos vendedores o feriantes, que confirman el carácter emprendedor y buscavidas, en el mejor sentido, de los hijos de esta noble villa, de la que Manuel Parras es, con todos los honores, hijo predilecto.
Para terminar hay quien puede preguntarse que quién me ha dado vela en esta jornada en la que la UJA dedica su tributo a Manuel Parras. Mi conocimiento del protagonista, del cargo público y la persona, sobre todo debido a mi presencia durante tantos años en el Consejo Social de la institución, donde le he conocido en el fragor de la batalla, con un competente equipo de colaboradores, sin flaquear en el compromiso, preocupado por administrar con seriedad y rigor el enorme capital que ha debido liderar, consciente de una responsabilidad histórica, por tanto mirando a la vez cómo se puede estudiar el genoma del olivo, por poner un ambicioso ejemplo, o, en lo más cotidiano, dotar de medios y recursos para que el Campus de Las Lagunillas sea ese vergel que tan agradable resulta de descubrir y disfrutar.
Oro de la Universidad de Jaén para el profesor Manuel Parras Rosa, en acertada propuesta del actual timonel, Juan Gómez Ortega, que rige ahora con mano diestra los destinos universitarios con la actitud y la firmeza de su compromiso profesional y personal. Creo que una gran mayoría de quienes componen la institución académica considera el reconocimiento a su exrector un acto de estricta justicia. Seguramente, aunque sean pocos, también tiene sus críticos, es normal que así sea porque resulta no ya difícil sino imposible tratar de contentar a todo el mundo en el desempeño de una gestión, además un intelectual respeta las discrepancias y huye del indeseable pensamiento único, pero él ha sido, no hay duda de ello, uno de los mejores activos del proyecto universitario para Jaén y por el conjunto de su tarea, en la UJA y fuera de ella, se ha ganado el respeto y el afecto general.
La medalla de la Universidad le corresponde al honorable Manuel Parras, en la misma medida, como mínimo, que a las personas que le precedieron con igual honor. Es, en resumen, un sencillo y al tiempo solemne acto de gratitud, y como escribiera el escritor y poeta Álvaro Mutis, “cuando la gratitud es tan absoluta, las palabras sobran”.