Por ANTONIO GARRIDO / En esta provincia donde vivimos episodios cíclicos, ahora la preocupación generalizada está en el horizonte de la ya próxima cosecha de aceituna. El sindicato UGT ha dado a conocer hace unos días la previsión de una pérdida en torno a los cien millones de euros, que en jornales representaría un millón largo, nos podemos imaginar lo que supone en términos de desempleo y de quebranto para la economía jienense. Por su parte, las organizaciones agrarias llevan tiempo dando la voz de alarma, estamos a las puertas de una campaña de las más bajas de la década. Las administraciones tendrán que implicarse en planes de empleo y no discutir sobre el sexo de los ángeles haciendo alardes de compromiso con Jaén cuando lo que se requiere es dejar las palabras a un lado y pasar a los hechos, quiero decir a poner dinero y no brindis al sol. Si le añadimos la incógnita de la PAC que entrará en vigor en enero, sumamos más pesimismo.
No acertamos a entender cómo esta Política Agraria Común es buena para el PSOE y nefasta para el PP, las posiciones políticas no se ponen de acuerdo ni cuando se trata de un asunto de interés general, de las cosas de comer y nunca mejor dicho. Hace años ocurría lo mismo, pero al contrario, lo cual da una idea de que se trata de confrontación pura y dura. Todos hablan de Jaén, pero ni siquiera Jaén les une. Propongo que el CES provincial elabore un dictamen independiente y nos ilumine sobre quién dice verdad y quién dice mentira sobre la PAC. Pero estamos instalados en el bucle permanente, no salimos de él. Pena de Jaén.
Por lo demás estos días he tenido que viajar a Madrid en ese tren tercermundista de media distancia con el que nos comunicamos. Eso sí, ahora lleno por los viajes gratis. Cuatro horas de viaje y no hay opción siquiera de una máquina para sacar una botella de agua. Nos fían el paraíso a que pueda haber en el futuro una reducción del tiempo a tres horas, pero nos lo envuelven tan bonito que parece que va a ser inmediato. Largo me lo fiais. Lo nuestro con el tren es indigno y define muy bien el olvido sistemático de todos los gobiernos, porque nadie dio un paso al frente para favorecer a este territorio. Más bien todo lo contrario.
Esta semana pasada nos han querido entretener desde la Junta de Andalucía con un caramelo para endulzar la larga espera del tranvía, que lleva en cocheras la friolera de once largos años esperando que la política dirima sus diferencias, en este caso Junta y Ayuntamiento. Ahora nos anuncian que Fomento está en condiciones de licitar los contratos para la puesta en marcha del sistema tranviario, aunque, de todas maneras hay plazos que tienen que cumplirse, y reparar los daños causados por la dejadez, que supone seguir inyectando millones a mansalva, porque como el dinero público no le duele a nadie, a seguir derrochando. Tampoco me creo mucho esta repentina urgencia, habida cuenta de lo ocurrido desde 2011 y la de veces que nos anunciaron a bombo y platillo la entrada en servicio. No me fío de los políticos, por tanto como Santo Tomás, ver para creer. De todas maneras sí estoy en que merece un voto de confianza el nuevo delegado, Miguel Contreras. En este tema donde también llueve sobre mojado, es donde vamos a ver si el político consigue lo que a todos sus antecesores se les puso tan cuesta arriba.
Precisamente en materia política hay que destacar que la representación jienense a la Interparlamentaria del PP celebrada en Toledo, donde se ha adherido al programa Feijóo, especialmente en el orden económico, regresa con las pilas cargadas para los próximos compromisos electorales, empezando por las municipales de mayo de 2023. Se sigue haciendo de rogar el nombre oficial, porque oficiosamente ya es un clamor, del candidato para Jaén capital. Agustín González, ya le tengo preparado una semblanza para cuando sea oportuno, se prepara, le veo en plena forma. Por su parte el PSOE ha dado a conocer las cabeceras en algunas de las principales ciudades, donde hay continuidad, deben pensar que lo que ha ido bien para qué cambiarlo, aunque no sea igual comparar a Úbeda con Linares, pongamos por caso. En Alcalá excepcionalmente habrá primarias, tal vez para que no se repitan episodios como los de los últimos años, en los que han ido desapareciendo de la escena personajes de referencia, lo que en última instancia ha contribuido a devaluar las siglas, baste decir que han tenido que tomar el mando dos históricos, Felipe López y Elena Víboras. Esta última aspira a la Alcaldía, pero se va a hacer el proceso de unas primarias que no siempre dan resultado. Elena Víboras ya demostró de lo que es capaz en los años de su gestión y ahora pretende, ya con la experiencia acumulada, dejar su sello esta profesional de la Medicina que siente pasión por su pueblo.
Retomando el ámbito de la capital, hoy se ha dado a conocer que ha sido escogida de nuevo para celebrar en ella la Fiesta del Primer Aceite. El presidente de la Diputación, Francisco Reyes, está por echarle una mano a Julio Millán ante lo que está por venir, nada menos que unas elecciones y bien difíciles. Pero además en el equipo de gobierno lo van a vender, y se entiende, como un respaldo a la candidatura de Ciudad Creativa de la Unesco a la que aspira Jaén, y méritos ha acumulado en estos años para ello, en esto creo que hay consenso. Donde no hay tanto es en la programación musical de la próxima Feria de San Lucas. Los organizadores lo defienden, pero el PP dice que está bien lo que hay, pero que faltan actuaciones de más nivel, es decir, que el programa es “pobre”, en expresión de la concejal Isabel Azañón. En parte lleva razón, ser capital también supone hacer un mayor esfuerzo por demostrarlo. Hay ciudades y pueblos en la provincia que nos siguen ganando por goleada. Pero lo que vale para unos también cuenta para otros. En épocas pasadas tampoco es que nos saliéramos del mapa. Tradicionalmente, tal vez porque se trata de la última feria de España y es un gran obstáculo, las atracciones musicales que nos traen por San Lucas no se corresponden con una capital en edad de merecer.
Foto: El olivar de Jaén se enfrenta a una de las peores cosechas de la última década.